Itinerarios de Cristina Pacheco

LAS CLAVES

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La tristeza embarga al periodismo mexicano: ha muerto Cristina Pacheco (San Felipe, Guanajuato, 13 de septiembre, 1941-Ciudad de México, 21 de diciembre, 2023), maestra del arte de la entrevista, además de narradora, cronista y conductora. Supo enseñarnos todos los índices y coordenadas del lugar que nos tocó vivir. “Con hondo dolor, mi hermana Cecilia y yo informamos el fallecimiento de nuestra adorada madre Cristina Pacheco”, escribió en Facebook, la mañana del pasado jueves, la escritora Laura Emilia Pacheco.

La entrevisté varias veces y coincidimos en diferentes foros literarios. Tenía un especial afecto por Cuba. “Tu país tiene para mí mucha significación. Muchos escritores cubanos son cercanos. José Emilio los recibía a todos en la casa”, me dijo en una de las cordiales conversaciones que sostuvimos.

A Cristina le interesaba establecer un diálogo con el pueblo (panaderos, mecánicos, vendedores ambulantes, taqueros, músicos callejeros, albañiles, choferes, costureras, taxistas, limpiabotas...). ¿Por qué ese interés suyo por entrevistar a la gente de a pie?, le pregunté una vez: “Todo está en sus gestos, mi periodismo se nutre de ellos, los dejo hablar, no los interrumpo: me han dicho tantas verdades, estoy muy agradecida”.

Cuando publicó El eterno viajero (Editorial Océano, 2016), colección de relatos dedicada al poeta José Emilio Pacheco (1939-2014), con quien estuvo casada durante 49 años, me explicó: “El viajero del libro es José Emilio. Tanto viajaba, tantas veces se iba a ciudades distantes y, sin embargo, siempre estábamos juntos. Él llevaba un diario en el que apuntaba detalles que sabía me iban a interesar. En esos viajes su ausencia se multiplicaba. La muerte, como la vida, es un éxodo. El pintor Vicente Rojo me dijo: ‘Tienes que aprender a vivir con él sin él’. El tiempo ayuda a comprender la ausencia”.

Aquí tengo algunas de sus publicaciones: Para vivir aquí (1983), Cuarto de azotea (1985), Oficios de México (1993), La rueda de la fortuna (1993), Amores y desamores (1996), Los dueños de la noche (2001), Limpios de todo amor (2002), El corazón de la noche (2004), Humo en tus ojos (2010), El eterno viajero (2016). Releo con frecuencia Los dueños de la noche: ronda de la entonces reportera por camerinos, gimnasios, cafés, pasillos, arenas, foros y estudios de grabación para recoger testimonios de artistas, luchadores, músicos, actores y deportistas, entre otras figuras del espectáculo nocturno de la ciudad. Incursionó con gracia y ternura en la literatura infantil con cuadernos muy bien recibidos por los niños: Dos pequeños amigos (2008), Se vende un burro (2009) —que le dedicó a mi hija Emiliana en su cumpleaños doce— o El sueño de las hormigas (2013).

Andarina por todos los cubiles de la ciudad: “El viaje por la ciudad me produce una sensación de ausencia, estas rondas por los barrios populares prolonga a veces el dolor. Me enfrento a una pérdida momentánea. Quizás, lo más esperanzador de estos itinerarios es el encuentro con personas entrañables. Recorrido que hago para hacer el retrato de diversos seres postrados en la rutina cotidiana, faena que es el acto de vivir. Escribo para contar ese gran viaje en la vida de la gente”.

El eterno viajero
El eterno viajeroFoto: Especial

El eterno viajero 

  • Autora: Cristina Pacheco
  • Género: Cuento
  • Editorial: Océano