Daniel Alonso

Paz

ARQUETIPO FUTBOL

Daniel Alonso*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Daniel Alonso
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El mundo tiene aroma a muerte. Se huele el dolor, el llanto, el odio entre hermanos de la misma Tierra y aunque muchos tratamos de continuar la vida intentando de ignorar y esquivar esta mancha, es imposible.

El espectro de la violencia tiene largos brazos como ríos. Tarde o temprano, de una manera directa o indirecta, la guerra afecta a todos y a todo. El día de ayer, en Bruselas, previo a un encuentro de futbol por las eliminatorias de la Euro 2024, dos personas de origen sueco fueron asesinadas a tiros por un presunto terrorista islámico.

Las dos víctimas traían puesta la camiseta de la selección de Suecia, ya que horas más tarde se enfrentarían por la eliminatoria de la Euro la selección de Bélgica ante los suecos. El encuentro se suspendió tras los primeros 45 minutos, cuando la noticia invadió los celulares de los asistentes y el pánico multitudinario y la posibilidad de otro atentado en el estadio, orilló a la UEFA a suspender el juego.

De esta manera, el nuevo estallido bélico que azota a miles de inocentes en Medio Oriente que durante décadas lo único con lo que han soñado es con vivir en paz, ha manchado de sangre la próxima Eurocopa a disputarse en tierras alemanas.

Alguna vez Joseph Blatter afirmó: “FIFA es como Naciones Unidas, pero con más poder”. Fue en 2008 y con un tono de petulancia, pero pocas frases que salieron de la boca de Blatter contenían tanta verdad como aquélla. El clima actual de violencia que se vive en el mundo entero es la enésima oportunidad para que ese poder que presume el máximo organismo rector del futbol y la cual, en efecto, cuenta con más afiliados que la ONU, pueda ser destinado para construir un puente entre la hostilidad que existe en todos los rincones del planeta.

Es cierto que la FIFA y las diferentes federaciones del mundo han implementado acciones simbólicas en las que se promueve la paz, como portar moños blancos, minutos de aplausos o de silencios; se han disputado encuentros de futbol entre figuras de todo el planeta para mandar mensajes de paz y realizar donativos a diferentes organismos para refugiados, etcétera. Pero hoy más que nunca, el mundo requiere mucho más y nunca hay que subestimar el poder e influencia que el futbol ha tenido históricamente en la sociedad.

No hay que pensar que la FIFA logrará el desarme de los ejércitos del mundo. Más allá de las malditas armas, la paz se construye con la igualdad, con el desarrollo económico de las naciones más pobres y las carencias que hacen frente día a día. Apenas hace unas semanas la FIFA festejaba que el próximo mundial se disputaría en tres continentes, en seis países diferentes, pero de qué sirve inventar esta realidad de un mundo unido cuando nos destruimos los unos a los otros.

“La guerra es una fiera que no da descanso a los hombres. Ni a los niños”. Es una de las reflexiones que deja el documental Promesas, que hoy vale la pena volver a mirar, y revela la mirada de los niños que han nacido en medio de una guerra de odio. En estos tiempos de ira, hay que abrazarnos los unos a los otros. Busquemos que la paz venga desde nuestro propio corazón y que proteja nuestra mente que esta expuesta a la violencia en cualquier ámbito de nuestras vidas, y así no ser parte de la oscuridad.