Liderazgo y resilencia

JUSTA MEDIANÍA

David E. León Romero<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
David E. León Romero*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Eliud Kipchoge escribió historia como el maratonista más grande de todos los tiempos. ¿Qué es aquello que impulsa al individuo a adaptarse y seguir? ¿Cuáles son los asideros que el individuo toma para no abandonar la escaleta, el guion o el destino que intencionalmente se ha trazado? Lo fácil es tirar la toalla, detener el paso y pedir tu cambio.

Estoy convencido que, en el trayecto, una parte importante del paso lo otorga el atleta y otra, las personas que le rodean. Para que Eliud Kipchoge haya sido el líder histórico en la maratón mundial fueron necesarios su disciplina, esfuerzo y sacrificio, además de la gran labor de sus patrocinadores y entrenadores que potenciaron sus fortalezas. Así, Eliud trascendió —a pesar de todo— como el único corredor sobre la tierra capaz de correr una maratón en menos de dos horas.

Estudié Ciencias de la Comunicación en la Universidad Intercontinental; ingresé a sus aulas en el año 2000, y mi rutina se dividía entre trabajo como telefonista en una estación de radio (sin goce de sueldo), la atención a los periódicos, noticieros de televisión y de radio, la universidad, los amigos y el deporte.

Gobernaba el presidente Vicente Fox y, uno de los conflictos de mayor resonancia tenía como epicentro el cerro del Chiquihuite, donde Canal 40 y TV Azteca resultaban protagonistas. Entre ellos, un periodista de nombre Ciro Gómez Leyva se posicionaba entre mis referentes. Lo seguí en las páginas de Milenio y en las de El Universal, lo escuché en Radio Fórmula por la tarde, y tiempo después por las mañanas, y lo pude ver por 8 años en el noticiero de televisión por las noches en Imagen.

En todos esos espacios, como Eliud, fue líder indiscutible. A Ciro lo auxiliaron para construir sus primeros lugares seres humanos extraordinarios y profesionales de probada solvencia como Manuel Feregrino y Sophía Enríquez, entre muchos otros.

Durante un sexenio polarizado, Ciro mantuvo un liderazgo imbatible en un entorno de enorme diversidad y competitividad; intuyo que abrazado a la rutina, a esos pequeños y poderosos hábitos, y a un sólido sistema que produjo una y otra vez resultados positivos.

Qué mayor amenaza que los disparos aturdiendo al individuo; qué incentivo de mayor poder para descarrilar a un hombre de la ruta trazada que el atentado contra su vida. ¿Cuántos de nosotros hubiéramos tirado la toalla?

Él no. Él seguramente con la mente abrumada y los sonidos, las imágenes y las emociones agolpadas en la mente, la garganta y el estómago, sólo unas horas después de las detonaciones, abría su noticiero con “el gusto de todas las mañanas”. Así, siendo líder y referente para muchos, cruzó la meta imaginaria que el término del sexenio representa, para seguir adelante sacudiendo el formato de su emisión matutina, cerrando ciclos y emprendiendo otros nuevos.

Ciro ha sido, desde donde se le vea, pudiendo o no estar de acuerdo con su línea editorial, ejemplo de liderazgo y resiliencia, con un poderoso sello de profesionalismo, respeto y cortesía, en cada una de las piezas de sus espacios de noticias. “La vida sigue”, y con ella, todo lo demás.

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