¿Por qué debemos defender la autonomía universitaria?

TEATRO DE SOMBRAS

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La Universidad Nacional de México alcanzó su autonomía plena en 1929. Pero desde antes, desde su fundación en 1910, ya guardaba, en su primera definición, un ideal autonómico.

En su brillante discurso de inauguración de la Universidad Nacional de México, Don Justo Sierra señaló la diferencia entre la vieja Universidad Real y Pontificia de México y la nueva universidad. Lo cito:

“Los fundadores de la Universidad de antes decían: la verdad está definida, enseñadla; nosotros decimos a los universitarios de hoy: la verdad se va definiendo, buscadla. Aquéllos decían: sois un grupo selecto encargado de imponer un ideal religioso y político resumido en esas palabras: Dios y el Rey. Nosotros decimos: sois un grupo de perpetua selección dentro de la substancia popular, y tenéis encomendada la realización de un ideal político y social que se resume así: democracia y libertad”.

La Universidad Nacional de México no nació para obedecer ciegamente a ninguna autoridad ni para defender dogmáticamente ninguna ideología; nació para buscar la verdad, y la verdad no se puede encontrar si no se la busca dentro de un entorno de democracia y de libertad.

Justo Sierra reconocía que el Estado era quien otorgaba los recursos para el funcionamiento de la Universidad, pero que el Estado comprendía que, si no le daba libertad a la Universidad, ésta no podría cumplir con su misión. Dirigiéndose al Presidente Díaz, Justo Sierra afirmó:

“…el Estado espontáneamente se ha desprendido para constituirla, de una suma de poder que nadie la disputaba, y vos no habéis vacilado en hacerlo así. Convencido de que el gobierno de la ciencia en acción debe pertenecer a la ciencia misma”.

Es importante señalar que Don Justo Sierra no concebía a la flamante Universidad como un cenáculo de académicos egoístas desvinculados de su realidad inmediata. Sierra sostenía que la razón de ser de la Universidad era servir a México.

En su inolvidable discurso, Sierra dijo que la nueva Universidad debía proponerse “mexicanizar el saber”. Esta frase puede entenderse de, al menos, dos maneras. Una es que los universitarios deben estudiar a nuestro país, conocerlo a fondo, para que podamos hacerlo mejor en todos los sentidos. Otra es que los universitarios debían apropiarse del saber universal, para que también fuera propiamente mexicano. En cualquiera de las dos interpretaciones, lo que se pretende, a fin de cuentas, es lo mismo: que la verdad alcanzada dentro de la Universidad esté al servicio de México.

Don Justo Sierra y todos los universitarios que seguimos su ejemplo, defendemos la autonomía de nuestra institución porque sin ella, sin la libertad de cátedra que ella nos garantiza, no podríamos servir a México, que es la finalidad más alta de nuestra labor cotidiana. Dicho de otra manera: defender la autonomía universitaria es defender a México. No hay aquí espacio alguno para la confusión.