Horacio Vives Segl

Balance 2023: lo nacional

ENTRE COLEGAS

Horacio Vives Segl*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Horacio Vives Segl
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Como suelo hacer en este espacio cada cambio de año, dedico las colaboraciones de esta época para presentar un balance de los que, a mi juicio, fueron los sucesos más importantes, tanto en el ámbito doméstico como en el internacional, en el ciclo anual que está por terminar. En esta entrega, lo más relevante que ocurrió en el país. 

Otra vez, no fue un buen año para la vida pública. La acentuación de la polarización, el encono y el antagonismo político de nueva cuenta fueron las constantes del año que está por terminar. Permanecieron las acciones y discursos del jefe de Estado contra el Poder Judicial Federal y los órganos constitucionales autónomos.

La buena noticia fue el despertar de la sociedad civil en la vida pública. La protesta de noviembre de 2022 no sólo fue una golondrina, sino que se mantuvo en momentos muy importantes en este año. En febrero, para manifestar el respaldo a la Suprema Corte para declarar inconstitucional la reforma electoral; luego, para incidir en la selección de la candidatura presidencial opositora, que terminó recayendo en Xóchitl Gálvez; y hace poco, en la defensa del Poder Judicial por la amenaza de extinción de fideicomisos.

Ante la negativa del oficialismo para nombrar a los comisionados que deberían cubrir las tres vacantes pendientes de su pleno, el embate al Inai es sin duda el más grave y certero ataque al órgano garante de la transparencia desde su creación, hace dos décadas. En el INE, Lorenzo Córdova y Ciro Murayama concluyeron su ciclo, produciéndose una compleja renovación parcial, ya que la falta de acuerdo político llevó al extremo de que la nueva presidencia y consejerías fueran determinadas por sorteo. En el Tribunal Electoral —con dos magistraturas vacantes en su Sala Superior— se consumó una conspiración para lograr la renuncia anticipada de su presidente, el muy institucional magistrado Reyes Rodríguez.

Penoso y lamentable relevo también en la Suprema Corte: un ministro por fin se quitó la careta, junto con la toga, y regularizó su situación como militante del oficialismo; el proceso para su sustitución evidenció, una vez más, la intención de Palacio de cooptar la Corte con incondicionales.

Hubo elecciones para las dos últimas gubernaturas de este sexenio: Coahuila y Estado de México. En un proceso político sin precedentes en el país, el oficialismo y los partidos frentistas opositores —con sus notables diferencias— celebraron procesos internos para decidir sus candidaturas presidenciales. El partido oficial formalizó lo que se sabía desde las elecciones intermedias de 2021 (no sin fuertes acusaciones del excanciller que resultó perdedor). En Nuevo León se produjo un bochornoso y peligroso sainete, que como efecto colateral generó la indefinición de la tercera candidatura presidencial, que sigue sin resolverse.

Siguieron los escándalos de corrupción y los desencuentros y ataques hacia distintos sectores sociales, muy enfáticamente los colectivos de madres buscadoras de personas desaparecidas. Dentro de la imparable ola de violencia que azota el país, el crimen de Lagos de Moreno generó una profunda indignación: los nombres de Dante, Diego, Jaime, Roberto y Uriel nos recuerdan la horrenda tragedia. La comunidad de la diversidad sexogenérica recibió un duro ataque con la muerte de Osiel Baena, magistrade electoral.

Y lo peor: la negligencia, impericia y desidia en el actuar gubernamental que pudo hacer mucho más ante la tragedia del huracán Otis, que devastó Acapulco y otras poblaciones en Guerrero.