Horacio Vives Segl

Efervescencia en Latinoamérica

ENTRE COLEGAS

Horacio Vives Segl*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Horacio Vives Segl
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Por todos es bien sabido que América Latina es una de las regiones políticamente más dinámicas del mundo.

La pluralidad y complejidad de sus sociedades, los arreglos políticos y sus gobiernos variopintos suelen dar lugar a notorios ciclos de efervescencia que se repiten periódicamente. Aquí un breve recuento y análisis de los epicentros de la coyuntura política regional actual.

Empecemos por el más reciente episodio en la tentativa de darle a Chile una nueva Constitución. En septiembre del año pasado, la ciudadanía manifestó un contundente rechazo, a través de un plebiscito, a una propuesta radical y con saltos al vacío para sustituir a la Constitución pinochetista. El gobierno y sus sectores afines optaron por desoír el claro mandato del electorado. Era imposible que eso no tuviera consecuencias.

Así, en un giro de 180 grados, en las elecciones al Consejo Constitucional de Chile de principios de mayo, se dio una aplastante victoria de la derecha radical, que contará con 23 de los 51 consejeros constituyentes, mientras que la coalición de izquierda del cada vez más alicaído presidente Boric tendrá sólo 17 asientos, menos de los 21 necesarios para ejercer un posible veto.

Ahora, los constituyentes deberán trabajar sobre un nuevo proyecto, elaborado por una comisión de expertos, y la Asamblea Constituyente se conformará el 7 de junio, donde las coaliciones de derecha radical y de centro derecha (Partido Republicano y Chile Seguro) enfrentan la tentación de aprobar un texto sin siquiera la participación —ya no digamos el consenso— de la izquierda. Algo tan indeseable como lo que llevó al fracaso del proyecto anterior y que puede provocar que, el 17 de diciembre, la nueva propuesta de Constitución fracase otra vez en el plebiscito correspondiente.

En Ecuador la crisis política llegó a extremos, con la materialización del escenario constitucional límite de la denominada “muerte cruzada”: la terminación anticipada del mandato presidencial y la disolución de la legislatura, para convocar en breve a elecciones generales y renovar ambos poderes, mecanismo que la Constitución ecuatoriana posibilita que suceda, una sola vez, durante los primeros tres años de gobierno.

La ruptura proviene de la iniciativa de la oposición para destituir a Lasso, a través de un juicio político, por un presunto caso de corrupción por un contrato entre FLOPEC (Flota Petrolera Ecuatoriana) y el consorcio Amazonas Tankers, suscrito 3 años antes de su asunción como presidente. Como es común en los sistemas presidenciales, el factor clave para frenar el juicio político sería el “escudo legislativo” del presidente. Ante unas perspectivas poco halagüeñas, Lasso, en uso de sus atribuciones constitucionales, activó la “muerte cruzada”, gobernando por decreto en el periodo de transición y tratando de superar la etapa de enconos entre gobierno y congreso, con la convocatoria a nuevas elecciones.

Finalmente, tres apuntes. Se presentó un nuevo ciclo de protestas en Cuba ante un régimen dictatorial que no encuentra reparos para socavar a su población. Por otro lado, ante la negativa de entregar la presidencia de la Alianza del Pacífico, el respaldo a ultranza a Pedro Castillo y la terminante negativa a reconocer el gobierno de Dina Boluarte, el Congreso peruano declaró persona non grata al Presidente mexicano. Y, por último, qué decir del penosísimo comportamiento de Lula da Silva durante la reciente reunión del G7 en Hiroshima, donde los líderes del mundo que sí importan, respaldaron entusiastamente al presidente ucraniano Volodímir Zelenski. Los papelones que hay que hacer para quedar bien con el sátrapa dictador ruso. Muy mal el presidente brasileño.