Jacqueline L'Hoist Tapia

Los usos y costumbres nunca sobre la dignidad humana

HABLANDO DE DERECHOS

Jacqueline L'Hoist Tapia*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Jacqueline L'Hoist Tapia
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Hay que decir que los usos y costumbres son todas aquellas tradiciones sociales que son trasmitidas de una a otra generación. En México, también así nombramos a todas esas tradiciones que provienen de un sistema autogobernable y, básicamente, nos referimos a aquellas que se acuñaron en los pueblos indígenas, y que su existencia permite mantener su identidad.

Sin embargo, ningún uso y costumbre puede estar sobre la dignidad de persona alguna, pues ella siempre será más importante que cualquier tradición.

Es por eso de celebrar que el pasado 26 de abril, la Cámara de Diputados aprobó varias reformas para que en el Código Penal Federal se prohíba el matrimonio infantil, que quedó nombrado como “cohabitación de personas menores de 18 años o de personas que no tienen capacidad para comprender el significado del hecho, o de personas que no tienen capacidad para resistirlo”, y que en varias comunidades indígenas era realizado bajo la argumentación de usos y costumbres, y lo que traía detrás, aunque fuere sin dolo, eran matrimonios infantiles y/o venta de niñas.

Aquí la gran importancia de esta reforma, pues será un instrumento más para finalmente seguir garantizando una vida digna y libre de prácticas nocivas a las infancias en México. Ya que, de acuerdo con el Inegi, en México se tiene registro de aproximadamente 14 mil 957 personas menores de 18 años, obligadas a contraer matrimonio. Esto quiere decir que, al impedir el matrimonio infantil, también podrían disminuir problemas como la deserción escolar y la mortalidad materna, dando paso al aumento en la calidad de vida de muchas mujeres gracias a la creación de nuevas oportunidades, relacionadas con una mejora en su salud y educación.

Es importante señalar que la reforma es un buen avance para la lucha por los derechos de las infancias, sin embargo, no debemos perder de vista que ésta es una problemática que se resuelve con esfuerzos diversos y desde diferentes frentes. Además de la legislación, los esfuerzos deben ser materializados a través de la asignación de recursos, la creación de programas que promuevan educación y salud a las infancias, que son puestas en mayor situación de vulnerabilidad, así como la participación de la sociedad civil y organizaciones que son de mucha utilidad en la consecución de estos derechos.

Aunque los matrimonios infantiles, alrededor del mundo, han disminuido a lo largo de los años, las cifras siguen siendo alarmantes. Se calcula que 650 millones de niñas y adolescentes en el orbe, han sido obligados a casarse. El matrimonio infantil, a nivel mundial, ha sido un obstáculo para disminuir embarazos tempranos y situaciones derivadas de la violencia sexual y de género, entre las que se encuentra la mutilación

genital femenina.

Por lo pronto, en México, nos toca conservar los usos y costumbres que mantienen la identidad de los pueblos indígenas y su grandeza y, por otro lado, también nos toca eliminar aquellos que hacen menoscabo de la dignidad de las mujeres al cosificarlas, sin importar qué tan milenaria o arraigada esté en la comunidad esa conducta.