Javier Solórzano Zinser

Los militares en primera fila

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Javier Solórzano Zinser
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Poco se ha reparado en el papel de la Sedena. El Presidente ha convertido al Ejército en el centro de la gobernabilidad. Hacia donde se muevan las cosas aparecen los militares, igual dirigen obras que las construyen o administran oficinas de gobierno. Como nunca los soldados han sido destacados a labores de seguridad, las cuales siguen teniendo resultados desiguales. 

La confusa expresión de Felipe Calderón de declararle “la guerra al narco”, con todo y que tiempo después dijo que no era así, ha colocado al Ejército en el centro de la estrategia en materia de seguridad en funciones no contempladas en su origen.

Con Peña Nieto no hubo cambios de ninguna índole, optó por no cambiarle ni un ápice a la cuestionada estrategia. Con el tabasqueño hay variantes, pero se conservan estrategias similares. La diferencia está en que ante la creación de la Guardia Nacional muchos soldados acabaron integrándose a este nuevo cuerpo de seguridad. Las bases de la Guardia Nacional vienen a ser casi las mismas que las de los militares, sin olvidar que López Obrador vendió una y otra vez la idea en su campaña de que los soldados regresarían de inmediato en su gobierno a los cuarteles.

La construcción del aeropuerto fue un gran triunfo del Presidente sin soslayar que, en medio de las muchas loas al tabasqueño, la relevancia de los militares en esta obra y en muchas otras actividades es manifiesta.

Los soldados son un factor esencial de siempre en la vida cotidiana del país, pero se han vuelto, como en pocas ocasiones en décadas, en un factor que establece la gobernabilidad.

El propio gabinete del Presidente ha pasado a segundo plano, porque López Obrador ha colocado a los militares en áreas estratégicas para resolver todo tipo de problemas. Sólo confía en ellos, a tal grado que el sector privado ha sido colocado de manera tangencial en muchos proyectos, al tiempo que una infinidad de trabajadores de la construcción que han sido desplazados están optando por mejor integrarse a la Sedena.

En medio de situaciones económicas adversas, con tasas de desempleo altas, lo que se busca es encontrar a como dé lugar un empleo, por ello, muchos jóvenes han tomado la decisión de participar en el Ejército.

El Presidente seguramente ve en la construcción e inauguración del AIFA un éxito de su estrategia y la ratificación de la importancia de tener en esas labores y otras al Ejército. Además de demostrar que ellos saben hacer las cosas sin necesidad de pasar por otros sectores productivos.

Los militares entienden en su origen que son soldados que sirven. Desarrollan sus actividades en función de los mandos superiores y en este caso obedecen a quien está hasta arriba.

Las estrategias del tabasqueño con los militares le han dado resultados. Independientemente de ello se está creando un riesgoso estado de las cosas que de manera inevitable pasa por la política. Los militares ganan posiciones, tienen una presencia cada vez más notoria en la sociedad, mientras que la sociedad civil, los partidos y en general los actores políticos, pasan cada vez más a segundo plano. No es aventurado decir que los militares son ya uno de los instrumentos fundamentales para la gobernabilidad cotidiana del país.

La palpable desmovilización social le ha permitido al Presidente una gran capacidad de maniobra que lo ha llevado a mover las piezas sin necesidades de equilibrios. Los militares están en la palestra obedeciendo al tabasqueño.

Lo que viene ahora será el cómo regresarlos a los cuarteles, como se había prometido, en medio de nuevos escenarios cargados de convulsiones políticas.

RESQUICIOS

A la abierta bronca entre Sánchez Cordero, Gertz y Scherer hay que agregar, lo que todo indica será una decisión desfavorable de la Corte en contra del fiscal, lo cual le abrirá un frente más. Las abiertas diferencias no pueden ser vistas por el Presidente desde la tribuna como si él fuera sólo un espectador más.