Josefina Vázquez Mota

Que la ayuda para Guerrero no se detenga

SIN MIEDO

Josefina Vázquez Mota*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Josefina Vázquez Mota
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Queridos lectores quiero pedirles de favor que por nada ni nadie paremos la ayuda a Acapulco y a los municipios colindantes. Los víveres están llegando. Usted decida a donde donarlo: a la Cruz Roja, a la UNAM, al Ejército o a una organización civil.

La ayuda de la sociedad civil en México siempre es y ha sido fundamental cuando la naturaleza nos causa estragos. Es justo el apoyo ciudadano el que nos hace ponernos de pie. No es el gobierno o los gobernantes, quienes, por supuesto son los primeros responsables en atender las necesidades básicas, es la sociedad civil organizada la que nos levanta de la caída.

Las y los mexicanos siempre nos hemos distinguido por ayudar al otro en la tragedia, y esta vez, estoy segura, no será la excepción. El apoyo ciudadano es de los y para los ciudadanos, no tiene colores, ni partidos, ni intereses políticos y muchos menos electorales. Por eso vale tanto la labor que realiza la sociedad civil cuando se organiza.

Y es justo esa la razón por la que han querido frenarla, por la que han pretendido apoderarse de ella. Evitemos la desinformación, pero, sobre todo, evitemos desanimarnos y dejar de ayudar.

He leído y escuchado en diversos medios de comunicación y a organizaciones civiles, asegurar que la ayuda por tierra o aérea está llegando a Acapulco y a los municipios cercanos. Apoyo que se está distribuyendo directamente a los damnificados. El tema es que son tantos, que es insuficiente lo que hasta ahora se ha donado.

Por eso no detengamos la ayuda, la reconstrucción de Acapulco y de los otros municipios no se resolverá de la noche a la mañana, tomará un largo tiempo. De ahí que nuestro apoyo sea muy valioso para esa familia que se quedó sin casa, para ese pescador que no tiene empleo, para ese mesero que el restaurante en el que laboraba está destruido, para esa camarera que es madre soltera.

Atrás de la destrucción de Acapulco, Ajuchitlán del Progreso, Coyuca de Benítez, Atoyac de Álvarez, entre otros, hay miles de familias esperando de nuestra ayuda.

He leído y escuchado la desesperación de los habitantes afectados por el huracán Otis, no sólo por la falta de agua potable y los alimentos, sino también por su seguridad, por su patrimonio y por su salud; esto sumado a los fallecimientos, hacen que la situación sea aún más complicada.

A una semana del huracán Otis, las necesidades se han acrecentado, y es por ello que no podemos dejar de ayudar. Hoy son nuestros hermanos guerrerenses, mañana podemos ser nosotros. Ayudemos a Guerrero.