Leonardo Núñez González

Trump: el delito no es mentir

EL ESPEJO

Leonardo Núñez González*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Leonardo Núñez González
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La semana pasada Donald Trump inició el proceso para hacer frente al tercer, y más importante, juicio reciente en su contra. Además del proceso sobre financiamiento ilegal de campaña, que enfrenta en el estado de Nueva York, y del juicio sobre los documentos clasificados que se apropió indebidamente, que se desahoga en un juzgado federal en Florida, acaba de iniciar el que probablemente será su proceso más importante en Washington D.C.

Los cuatro cargos de los que se acusa a Trump son conspiración para defraudar al pueblo de Estados Unidos, conspiración para obstruir un procedimiento oficial, conspiración contra los derechos y obstrucción/intento de obstruir un procedimiento oficial. Todos los cargos se relacionan con los eventos posteriores a las elecciones de 2020, cuando Donald Trump hizo todo lo posible por sabotear el cambio de Gobierno bajo la mentira de que las elecciones habían sido fraudulentas. El documento de la acusación presentada por el Departamento de Justicia recupera múltiples episodios donde el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 es un elemento fundamental, mas no el más importante de la acusación contra Trump.

La parte más importante de las acusaciones contra Trump no recae en que provocó a una horda de sus seguidores para tratar de detener la certificación de las elecciones de 2020 al invadir el Poder Legislativo, sino que la conspiración que echó a andar para tratar de subvertir el resultado de la elección sucedió bajo el completo conocimiento de que mentía y no había evidencia alguna de un fraude electoral en su contra. Bajo la primera enmienda, que protege la libertad de expresión, Donald Trump tenía todo su derecho de mentir abiertamente sobre las elecciones. Mentir no es un crimen en la política estadounidense. Sin embargo, al tratar de instrumentalizar esa mentira y buscar subvertir los resultados que no le favorecían, es que entró en el terreno de lo criminal.

Son muchos los episodios que muestran cómo Trump trató de ignorar el resultado de las urnas y manipular los resultados. Por ejemplo, en la llamada que tuvo con las autoridades electorales de Georgia para presionarlos (y de la que hay grabaciones), Trump abiertamente les dijo que “sólo quería que encontrarán 11,780 votos” para él y que pudiera ganar. Igualmente, en las conversaciones que mantuvo con el vicepresidente Mike Pence, y de las que también se mantienen registros, es claro que Trump quería que hiciera todo lo posible para anular los resultados de diferentes estados que le perjudicaban. En un extremo, acusó al vicepresidente de “ser demasiado honesto”, lo cual forma parte del corazón de la acusación del Departamento, pues Trump deliberadamente manipuló el escenario político amparado en un fraude que no existió.

El juicio que enfrentará Trump, donde será juzgado por un jurado de ciudadanos de Washington D.C., pondrá por primera vez sobre la balanza el atentado contra las instituciones democráticas que, paradójicamente, hoy lo mantiene como el precandidato favorito de los republicanos, al extremo que las últimas encuestas lo colocan prácticamente empatado con el presidente Biden. Trump podría ser condenado culpable, pero, como en los otros juicios en su contra, aun así todavía podría ser el siguiente presidente de Estados Unidos. El delito

no es mentir.