Leonardo Núñez González

La valentía de protestar contra el poder

EL ESPEJO

Leonardo Núñez González*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Leonardo Núñez González
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Hacer una manifestación o marcha desde el poder y para el poder no tiene ningún tipo de mérito. La verdadera acción de protesta que merece un reconocimiento es la que se hace desde la posición asimétrica de la ciudadanía de a pie que, víctima de alguna injusticia, sale a las calles y se manifiesta en contra de quienes detentan el poder, a sabiendas de las consecuencias terribles que pueden caer sobre sí. En los últimos días han sucedido una serie de manifestaciones en contra del gobierno chino de las que vale la pena tomar nota y guardar registro, pues protestar contra la administración de Xii Jinping no es poca cosa.

El gobierno de China no se toma a la ligera la oposición. Para muestra, un botón: el gobierno chino ha desatado una cacería en contra de la minoría uigur —una etnia de musulmanes originarios de la región que actualmente es el noroeste de China—. De los 13.5 millones de uigures que habitan la región de Asia oriental, alrededor de 12.8, casi 95% de esta etnia, vive en China. Para la autoridades del gigante asiático este grupo representa un grave problema identitario, pues son un grupo “extraño” comparado con la etnia de los Han, que representa aproximadamente 92% de la población de China.

Esta diferencia étnica podría quedarse en una mera numeralia censal si no fuera porque el gobierno de China ha implementado una política sistemática en contra de los uigures en la que, a falta de un mejor término para describirlo, se han montado campos de concentración y reeducación en los que cientos de miles de uigures han sido recluidos de manera forzosa, obligados a trabajar y sometidos a un proceso de adoctrinamiento para convertirlos en “ciudadanos chinos modelo”. Al inicio de este año se filtraron documentos oficiales del gobierno chino que demuestran las políticas sistemáticas que se han desatado sobre esta población, desde una vigilancia extrema de cada uno de sus movimientos gracias a las millones de cámaras con reconocimiento facial que hay en la región, hasta el desmembramiento sistemático de miles de familias para adoctrinar a los pequeños uigures en la ideología del régimen de Xi Jinping.

Las protestas contra esta terrible violencia de Estado contra una minoría han sido acalladas de manera muy eficiente de manera interna, pues el gobierno chino ejerce una fuerte censura en que los ciudadanos no pueden acceder libremente al contenido de Internet. Igualmente, cualquier manifestante es rápidamente silenciado y apresado, como también pueden dar fe los habitantes de Hong Kong que han perdido la batalla por defender su democracia.

Y aquí es donde regreso a mi punto inicial: actualmente están saliendo a la luz imágenes de múltiples protestas multitudinarias en grandes ciudades como Nanjing, Xi’an, Chengdu o Guangzhou, donde se han congregado estudiantes en vigilias y manifestaciones en las que, por primera vez en décadas, hay mensajes políticos en contra del Partido Comunista chino y del propio presidente. Los manifestantes exigen mayormente libertades, como las de expresión o tránsito, pues el gobierno chino ha mantenido al Covid como una excusa para recluir y controlar a su población. Seguramente estas protestas serán aplastadas y acalladas, pero no podemos ignorarlas, pues nos recuerdan la esencia de la ciudadanía.