Mauricio Flores

Bojórquez, el legado del fundador

GENTE DETRÁS DEL DINERO

Mauricio Flores
Mauricio Flores
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Empezó con un hotelito de 24 habitaciones frente a la playa hace 50 años. Don Alberto Bojórquez era comerciante y fabricante de perfumes en Mérida; se apersonó con el entonces presidente Luis Echeverría como el primer inversionista en un destino al que entonces casi nadie —salvo los muy osados— quería visitar o invertir; obtuvo un crédito que Banxico —entonces a cargo de Rodrigo Gómez— pues, aunque no era precisamente el tamaño de inversionista que el gobierno buscaba, era el tipo de emprendedor que requiere toda economía.

Su trayectoria estuvo tan llena de retos y obstáculos que de alguna manera también se extendieron hasta el homenaje que el martes pasado realizó su hijo Armando Bojórquez; por poco el homenaje no se efectúa, tanto por la burocracia de los “gobiernícolas” (Ille autem dixit Ricardo Salinas), por los quejidos de grupos presuntamente ambientalistas y uno que otra vicisitud en la elaboración y colocación del busto de don Alberto.

Hace medio siglo el gobierno pensaba en inversionistas que compraran de 200 mil metros cuadrados en adelante. Pero Infratur -el abuelo del actual Fonatur- no los encontraba; sólo aquel fabricante de perfumes se animó a comprar los primeros 200 metros cuadrados y ofrecer tours en playas y bahías. Infratur empezó la urbanización poco a poco; llegaron otros hoteles

Y no fallaron. En 1972 arribaron otros tres hoteles a lo que sería Cancún hasta que entre todos sumarían 324 las habitaciones en una zona feraz y escasamente poblada por pescadores.

La leyenda sobre un lugar paradisiaco, la oferta de alojamiento y experiencia que iniciaron las Agencias Bojórquez, se afianzó cuando en 1976 se inauguró el aeropuerto de Cancún dentro de un plan general de expandir la infraestructura aérea del país. Vendrían los años de crisis y devaluaciones desatados por el desorden presupuestal del gobierno, de corrupción y el agotamiento de un modelo de economía cerrada y confrontada con la inversión extranjera que culminó con José López Portillo. Pero la urbanización y una planeación inicialmente bien planteada, hizo de Cancún un remanso económico durante lo que sería la Década Perdida, dando paso a grupos como Best Day, que fundó Fernando García Zalvidea, el arribo hacia paseos de snorkel y buceo en zonas entonces ignotas; además de consolidarse firmas mexicanas como Aristos y Calinda; después arribaron cadenas estadounidenses como Marriott, Hyatt, las empresas globales como RIU de Carmen y Luis Riu y múltiples grupos que hoy, en toda la Riviera Maya, tienen una oferta de casi 140 mil habitaciones.

Los retos ambientales, urbanos y de seguridad en la joya del turismo nacional son mayúsculos, pero sus oportunidades también son aún inmensas… tal y como las supo mirar Alberto Bojórquez.

VivaAerobus, lo barato sale caro. Viajar en VivaAerobus, de Roberto Alcántara, es un volado para los pasajeros. Si la compañía es un “modelo exitoso de aerolínea de bajo costo” es que no es precisamente de bajo costo: aplica diversos cobros adicionales, muchos hábilmente ocultos. La compra por Internet resulta especialmente diseñada para que a al menor oportunidad, la aerolínea dirigida por Juan Carlos Zuazua hinque el diente al viajero: una vez que se ha seleccionado uno de sus paquetes, viene la “graciosa” selección de asiento en la que siempre, ineludiblemente, no hay asientos disponibles a menos que se acepte pagar una “mejora”; si no se toma la opción de pagar ese extra, la víctima, perdón, el consumidor, no podrá descargar digitalmente el pase de abordar y tendrá que obtener con mucha antelación su pase en mostrador donde incluso se vende un fast-pass para evitar largas filas. Y así todo, incluyendo el equipaje de mano pues previo al abordaje un par de cadeneros con camiseta verde aguacate inspeccionan que nadie se pase un centímetro o gramo de bolsos y mochila… y si alguien se pasa, zaz, el mordisco. Bueno, hasta tienen la caja de cobro junto a las puertas de abordaje. ¿Botanas, bebidas? Mejor lleve itacate. De puntualidad mejor ni hablamos.

Así, pesito a pesito, llena su panza el avioncito.

CineDot, el impulso Ares. Esta semana inicia operaciones el nuevo jugador en el negocio de la exhibición de películas post-pandemia, CineDot que dirige Ramón Estévez, que tras 25 años de participar en la industria, diseñó un esquema para retomar espacios que no podían ya operar -dada por su escala y costos por el confinamiento- Cinepolis ni Cinemex. El financiamiento viene de 300 millones de pesos los aporta el fondo de inversión privada Ares Capital Partners que dirige Kipp deVeer, para impulsar el plan de 24 meses para abrir 120 salas inicialmente en el centro del país. La nueva realidad.

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.