Ni gobierno vio bien Bonos de Pemex

GENTE DETRÁS DEL DINERO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La manera en que Alberto Velázquez documentó la deuda de proveedores cuando dirigió la dirección de finanzas de Petróleos Mexicanos recuerda la manera en que el gobierno de Javier Duarte procedía con sus acreedores en Veracruz: no se registraba debidamente ese pasivo, dejándolo “suelto”, pero los trabajos, servicios y mercancías entregadas se añadían a los activos para reportar un “balance aceptable”.

Pero en el caso de la paraestatal ese balance no mejora, pese al esfuerzo del Gobierno federal de canalizar más de 20 mil millones de dólares en los dos últimos años ya fuera en transferencias, capitalizaciones y reducción de carga fiscal, situación que tiende a agravarse tras la fallida emisión de 1,500 millones de dólares para el pago a comerciantes e industriales privados. Se buscaba colocar 2 mil millones, pero el desaire fue grande pues, una cuarta parte del total emitido.

Vaya, la molestia por ese manejo de deuda llega a la oficina de la SHCP, a cargo de Rogelio Ramírez de la O, donde se sabe que habitualmente una oferta de bonos bien planteada tiene sobredemanda de 1 a 2 y hasta 3 (como recién sucedió con el bono sustentable BondeSG).

También los directivos de Citibanamex, que dirige Manuel Romo y fuera el banco emisor, vieron con preocupación la pobre acogida de los bonos entre los proveedores que buscan reponer su capital de trabajo

—para pagar ellos, a su vez, a otros proveedores y trabajadores— y obtener una tasa de ganancia directa en lugar de un rendimiento en dólares al largo plazo de 7 años; también se registró la molestia de bancos de inversión y fondos que habitualmente refinancian la deuda de Pemex a tasas que rondaban el 8.25% y 8.75% anual, pero que al ser ignorados para el bono de proveedores a la elevada tasa de 9.25% anual, ya tomaron ese encarecido nivel como referente para las líneas revolventes de crédito.

Todo ello alimenta la preocupación gubernamental por la operación instrumentada por el nuevo (pero aún sin nombramiento oficial por parte del Consejo de Administración) Antonio López Velarde, pues elevó la tasa de referencia para renovar la deuda de la petrolera luego de que los multimillonarios esfuerzos de los últimos 24 meses la habían alineado a la tasa de interés de referencia de México. Tampoco es visto con agrado que luego de las inyecciones ya referidas de 20 mil millones de dólares en dos años la deuda de Pemex se mantiene en el extremo nivel de los 108 mil millones de dólares… y menos aún gustó que con esa colocación se aceleran la toma de deuda de corto plazo y con ello se abultan los vencimientos para final de sexenio que para 2024 podrían superar los 25 mil millones de dólares.

En fin: los directivos financieros de Pemex, en lugar de hacer una emisión de largo plazo para sus adeudos con quienes le proveen desde plataformas marítimas petroleras hasta papel higiénico, decidieron pagar una fracción con un pagaré que genera más problemas que beneficios al mandar las señales equivocadas a los mercados.

Más abusos de aseguradoras. Es chistoso escuchar cada año a los directores de las aseguradoras lamentar que “son pocos los mexicanos que tienen seguro de gastos médicos”. Si la gente no contrata es por algo muy sencillo: las aseguradoras en México tienen por modelo de negocios no pagar, pero cobrar primas. Es la experiencia que quien esto escribe puede documentar de la manera abusiva que actuó Seguros Monterrey, a cargo de Gustavo Cantú, para evadir su responsabilidad contractual para con su familia. Ojalá ahí terminara la larga lista de quejas y frustración que cada semana recibo, pero las aseguradoras, por lo general, hacen lo que les place ante la somnolencia de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas, a cargo de Ricardo Ochoa: y es el caso de Ana Lilia Pérez (póliza 1854301) quien tras sufrir heridas serias por una caída, su caso fue desechado y no pagado por la aseguradora BX+, del grupo que preside Tomás Ehrenberg, con el ya sobado argumento de que son “enfermedades adquiridas”. La robadera no para con las aseguradoras.