Mónica Argamasilla

Clubes de lectura

LAS LECTURAS

Mónica Argamasilla*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mónica Argamasilla
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Durante la pandemia el mundo cambió, todos tratábamos de encontrar sentido a lo que sucedía, buscando que el encierro fuera menos tedioso y nos trajera cosas positivas; y entonces sucedió un fenómeno literario. El encierro animó a la gente a leer. Nuevos lectores se sumaron a una actividad que no realizaban antes y empezaron a notar el beneficio de la lectura. Encontraron una medicina para el alma.

Pero la lectura es un acto solitario, y los seres humanos somos sociables por naturaleza. Leíamos, pero sentíamos la necesidad de comentar lo que había causado en nosotros, y entonces nacieron clubes de lectura por todos lados. Y eso indudablemente, fue una de las cosas más positivas que nos dejó la pandemia.

Yo imparto círculos literarios desde hace veinte años, pero durante el encierro abrí nuevos grupos, se sumaron lectores, y la tecnología me permitió incluir gente que vive en otras ciudades e incluso en otro país. Y mi labor se enriqueció.

Los clubes de lectura son el foro ideal para mostrar que un mismo libro no se comunica del mismo modo en los lectores. Cada uno somos un universo con ideas propias, una forma personal e irrepetible de ver el mundo. La lectura nos brinda la capacidad de ser comprensivos, ponerse en la piel de los personajes y sentir lo que ellos sienten, sufrir y gozar con ellos; pero no todos los lectores nos identificamos con los mismos personajes o situaciones, así que escuchar la opinión de otros amplía nuestro horizonte. Y ésa es la riqueza de los clubes de lectura.

En un club de lectura se realiza un debate acerca de lo que el lector sintió durante su lectura. Ésa es la esencia de estas reuniones.Escuchar puntos de vista que amplían nuestra comprensión, debatir y tener la capacidad de escuchar distintas opiniones.

A mi me gusta ir más allá. A mis reuniones yo las llamo

círculos literarios, porque no nos limitamos a discutir acerca de la lectura, yo añado la apreciación literaria. Agrego clase histórica cuando el libro lo amerita, hablo del movimiento literario y analizamos todos los aspectos literarios (narrador, tiempo, espacio, ámbito y la riqueza del lenguaje) trato de que la experiencia sea global. Aprendemos acerca de la literatura, al mismo tiempo que escuchamos distintas visiones de una misma lectura. Trato además de cambiar de género de una lectura a otra. Sacar al lector de su zona de confort —solemos leer acerca de lo mismo, lo que sabemos que nos gusta, nos encasillamos en un solo género—, así que en mis grupos trato de que leamos de todo, que podamos descubrir géneros y autores que no conocemos, además de aprender historia y literatura.

Otra de las bondades que nos dejó la comunicación electrónica durante la pandemia fue la oportunidad de interactuar con los autores de los libros que leemos. Autores mexicanos o que viven en otro país e incluso en otro continente. Estas reuniones cerraban el ciclo. Se completaba el círculo de lectura.

No hay riqueza más grande que alimentar el alma, la lectura brinda tantos beneficios al lector que se notan de inmediato. Esto se siente desde la forma que nos expresamos (amplía nuestro vocabulario), hasta en la forma en que percibimos el mundo. Los lectores usamos nuestra imaginación y soñamos y sufrimos con historias ajenas, lo que nos ayuda a poner nuestras propias vidas en una nueva perspectiva. A veces incluso nos identificamos con la problemática de la historia e inmediatamente nos convertimos en mejores seres humanos.

Así que no hay excusa, la lectura brinda al alma los mismos beneficios que el ejercicio trae al cuerpo. Cuidemos nuestro mundo interior, así como lo hacemos con el exterior. Así que todos a leer y si es posible, compartir nuestra experiencia con otros lectores. Contagiemos nuestro amor por libros con aquellos que nos rodean. Y sumemos nuevos lectores.