Mónica Argamasilla

La importancia del punto final

LAS LECTURAS

Mónica Argamasilla*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mónica Argamasilla
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La lectura es un acto que suele darnos placer y conocimiento. El lector, al cerrar las páginas de un libro suele experimentar una sensación de tranquilidad, de duda o quizá de insatisfacción. Poner punto final a una historia suele ser un momento complicado para cualquier escritor. Cuántas veces hemos leído una novela que nos cautiva y, sin embargo, el final nos decepciona totalmente.

Hay otras lecturas en las cuales sucede exactamente lo contrario, el final es tan espectacular que no solemos recordar si la trama tuvo sus momentos flojos. El final es determinante para cualquier historia y para lo que más tarde recordaremos de ella.

Hay escritores que suelen decir que lo primero que les viene a la mente a la hora de escribir es el final de la historia. Ellos suelen basar todo el trabajo creativo en una determinada idea que ya tienen en mente. Todo se acomoda al desenlace. Pero, otros escritores suelen decir que el final lo determina la historia, la evolución de la trama y sus personajes. El final les llega como sorpresa, o como una consecuencia lógica a la trama.

El final suele tener más relevancia en determinados géneros literarios. El suspenso o thriller necesita siempre de un gran final, de una giro inesperado que el lector no se imagine. El autor de una novela que lleve como hilo conductor una duda, un asesinato, un misterio o una desaparición, debe jugar con la mente del lector en todo momento. La tensión no debe aflojarse, ni bajar el ritmo de la acción, para que cuando lleguemos al final, el lector se sienta satisfecho con el giro de los acontecimientos. En este tipo de lectura, el final jamás debe de ser predecible.

Hay géneros cuyo final no requiere guardar sorpresas. De hecho es casi lógico para el lector, ya que el peso de la acción está repartido en otros aspectos literarios, como la descripción o la psicología de los personajes.

Existen finales abiertos y finales cerrados. En lo personal, a mí me atraen los finales abiertos, ya que sin contar una muerte, los finales no suelen ser definitivos. La vida cambia día con día, los seres humanos (y por lo tanto los personajes también), estamos en constante evolución. Los finales abiertos dejan la posibilidad de que el lector imagine lo que sucede a continuación de un punto final. Puede ser tan feliz o triste como el lector imagine. La creatividad es una tarea que queda pendiente. Los finales abiertos suelen estar más acorde con la realidad, tienen un tinte mucho más tangible.

Sin embargo, hay lectores que prefieren que el autor no deje nada a la imaginación, es decir, que el final de la historia no se preste a interpretación. Sólo hay una posibilidad. Cada personaje tiene un camino determinado.

Hay historias que nos dejan con ganas de más. La trama o el desarrollo de los personajes daban para seguir explorando. En esos casos, los autores suelen continuar sus historias en otras entregas. Las sagas suelen tener mucho éxito, sobre todo cuando el personaje ha cobrado una dimensión que suele traspasar la historia. El género policiaco o el thriller suele reciclar personajes. Los investigadores con su lógica y mente ágil suelen buscar nuevos misterios para resolver. También las sagas familiares o históricas pueden buscar continuar en nuevas generaciones. Marcar los cambios políticos o sociales en determinados espacios.

Sea cual sea el gusto del lector, el final es uno de los aspectos más importantes de la ficción, y los lectores solemos recordar más fácilmente aquellos finales que nos han logrado impactar.