Mónica Argamasilla

El narrador

LAS LECTURAS

Mónica Argamasilla*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mónica Argamasilla
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Uno de los elementos más importantes a la hora de escribir una historia es decidir quién va a contarla. El narrador es aquel que sirve de enlace entre el autor y el lector, es quien nos va contando la historia.

Existen distintas voces narrativas. La más común es el narrador omnisciente, aquel que sabe todo lo que sucede. Puede incluso entrar en los pensamientos de los personajes, contarnos lo que sienten y piensan, además, es capaz de describir todo lo que el lector necesita saber, desde la descripción física de los personajes, hasta su forma de ser y actuar. También puede describir los espacios y hablar de los ámbitos (los ambientes que se despenaren del espacio), y suelen ser bastante objetivos —aunque esto puede variar según el escritor—. Este narrador se distingue fácilmente porque cuenta en tercera persona, como si mirara todo desde fuera.

El narrador omnisciente suele enfocarse en todos los personajes, pero existe una variante importante que se llama narrador equisciente. Éste tiene las mismas características del omnisciente, con la diferencia que suele enfocarse en la parte interior (pensamientos y sentimientos), de uno solo de los personajes, casi siempre el protagonista. Del resto solamente se enfoca en sus acciones.

Después tenemos el narrador protagonista. Éste habla en primera persona y es el personaje principal de la historia. Este narrador suele ser subjetivo, ya que sólo puede decir lo que siente y piensa él, y la historia se cuenta desde su punto de vista, es decir, está sesgado. Al resto de los personajes los vamos a percibir como los presenta él o ella, es decir, si alguno le cae mal, lo más seguro es que el lector sienta lo mismo, y sucede de igual forma con sus personajes favoritos. Yo suelo decir que es un narrador manipulador, que juega con el lector a su antojo, influyendo en nuestra opinión.

Finalmente tenemos al narrador testigo. Éste forma parte de la historia, es un personaje más, pero a diferencia del protagonista, no suele tener una parte activa importante, sino que es un mero espectador. Suele contarnos lo que ve y siente, pero no puede meterse en la mente de los protagonistas. Su visión es limitada y su punto de vista subjetivo. De nuevo estamos ante un narrador manipulador.

Para poder dar vida a estos dos últimos, el autor debe crearles una voz y una personalidad definidas. Su narración tiene que ir acorde a su entorno, es decir, al mundo al que pertenece, haciendo eco del tipo de educación y mundo del que proviene. Es muy importante encontrar una coherencia en su modo de actuar y pensar con la época y el entorno; si no es así, la historia deja de ser realista.

En una novela se puede usar la combinación de varios tipos de narrador. Podemos tener un omnisciente y un protagonista, es decir, la voz omnipresente nos cuenta todo lo que sucede menos cuando el protagonista aparece, entonces hay un cambio en el punto de vista (pasa de la tercera a la primera persona) y también debemos de encontrar una forma de narrar propia, que lo haga único para el lector.

También se puede tener varios narradores protagonistas, aunque aquí, el autor debe prestar especial atención a que el lector no los confunda, debe de presentarlos con una personalidad propia, distinta, cada uno adecuado a su sexo, educación, edad y forma de ver la vida.

Ésta es una de las fallas más comunes entre los escritores, no dar una voz propia a los narradores y simplemente al inicio del capítulo aclarar quien es el narrador, lo cual quita credibilidad artística al relato. El verdadero reto está en que el lector los distinga sin necesidad de una aclaración, sólo por la forma en que se expresa.

El narrador es vital en cualquier historia, es aquel que guía al lector y lo introduce en la trama, por lo que elegirlo es una de las tareas vitales a la hora de la creación literaria.