Mónica Argamasilla

Realismo mágico

LAS LECTURAS

Mónica Argamasilla*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mónica Argamasilla
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

No hay un género literario que mejor retrate la realidad de América Latina como el realismo mágico; ésa forma tan particular que tenemos de interpretar y describir el mundo que nos rodea, que se va mezclando con la superstición, la magia y la exageración.

El realismo mágico nace a mediados del siglo XX en América Latina, durante el famoso boom latinoamericano, como una forma de ilustrar la realidad como si fuera algo fantástico. Una manera de mostrar lo irreal como algo cotidiano, es decir, nuestra forma latina de traducir aquello que nos rodea y que no siempre entendemos.

Este género no tiene que ver con la fantasía, sino con la mezcla de la realidad y la superstición que forma parte de nuestro entorno. Es la actitud que como latinoamericanos tenemos frente a una realidad que solemos exagerar y poetizar.

En un intento de explicar lo desconocido, escarbamos en la ideología de nuestros pueblos, una mezcla donde hacemos fantástica nuestra realidad inmediata.

En el realismo mágico, los elementos exagerados, se intuyen, no se explican, es decir, el lector debe hacer un pacto con la historia donde no se cuestiona la forma en que se explica el entorno, los elementos se perciben como “normales”, es decir, podemos creer que los personajes han vivido más de cien años, las enfermedades irreales y exageradas son parte de la historia y los milagros existen. Las premoniciones son acertadas, y no todos los eventos tienen lógica, aun así, el lector tendrá que aceptar que todo forma parte de la realidad. El lector debe tener fe en lo que se narra.

Los sentidos juegan un papel muy importante en este género. Son ellos los que nos ayudan a dar explicación a la naturaleza que nos rodea y a los eventos que no entendemos mediante la lógica. Es por medio de los sentidos que vamos dando significado a la realidad. Es nuestra forma particular de enfrentar lo que no conocemos.

Los mitos y leyendas forman parte de esta ideología que se ha internalizado en la historia. Son eventos que forman parte del pensamiento colectivo. No se cuestionan, incluso suelen exagerarse. Es una alteración privilegiada de la realidad.

El tiempo también tiene su propio parámetro. A veces hay una ruptura indeterminada. Pasado y presente se van mezclando. Incluso el tiempo puede ser cíclico.

Los espacios pueden ser reales o fantásticos. Casi siempre son espacios rurales, rodeados de naturaleza, cuya belleza se explica de un modo sensorial, casi mágico. Se puede transformar lo común y corriente en paisajes míticos, en espacios fantásticos.

En lo personal, es un género con el que me identifico mucho. Me gusta la forma “ingenua” con la que se puede describir la realidad. Dibuja una actitud alternativa frente a la cruda realidad, la suaviza o la vuelve intangible, como si fuera un mecanismo de defensa que tiene el autor para entender la realidad de un modo más amable, más poética.

El maestro del realismo mágico por excelencia es García Márquez. Sus historias llevaron el género a todos los rincones del planeta. Cien años de soledad no sólo narra la historia de Macondo y la familia Buendía, sino que es una explicación de la historia de cualquier país latinoamericano. Otros autores como, Juan Rulfo, Laura Esquivel, Laura Restrepo, Isabel Allende, Miguel Ángel Asturias y Sofía Segovia, también han utilizado su pluma para dar vida a una realidad mágica, mostrando su propia postura frente a la realidad latinoamericana.

Sumergirse en cualquiera de sus obras es un viaje que da veracidad a un evento que puede calificarse como fantástico o irreal, porque así es como los latinos percibimos el entorno. Es una actitud frente a una realidad que a veces nos rebasa. Una forma personal y exagerada de explicar aquello que nos rodea. La manera que tenemos los latinoamericanos de ver el mundo de otro color.