Montserrat Salomón

El final de Benjamin Natanyahu

POLITICAL TRIAGE

Montserrat Salomón
Montserrat Salomón
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Se acabó el gobierno de Benjamin Netanyahu. Se concretó una coalición de ocho partidos que tomará el poder y que tratará de llevarlo ante la justicia por los cargos de soborno, fraude y abuso de poder. Con esto, se cierra una etapa complicada de Israel en la que su imagen internacional menguó y su economía sufrió por los años complejos por la pandemia. Además, el miedo del primer ministro a afrontar a la justicia hizo que secuestrara el poder entrando en un ciclo infame de elecciones, confrontaciones y retrasos en la conformación del presupuesto.

La coalición es endeble. Se compone de partidos que van desde la derecha nacionalista hasta representantes islamistas; de izquierda, centro y derecha; nacionalistas israelíes en pro de la anexión de Cisjordania, promotores de la solución de los dos Estados e islamistas paladines de los árabes israelíes. Una mezcla disímbola que se une con el propósito de vencer a Netanyahu y dar una solución a la deriva económica de los últimos años. Poco más sobre la mesa puesta que no tienen más acuerdos.

Este movimiento es un ejemplo de la democracia viva de Israel, pero también muestra del “¿y ahora qué?” del voto de castigo a un político que ha hecho daño a su nación.

El derechista Naftali Bennett sube al cargo y ha pactado dejárselo en dos años al centrista Yair Lapid. Ambos gobernarán en coordinación y tratarán de salvar las tensiones que se suscitarán al interior de la coalición. Economía, paz, imagen internacional y evitar que Netanyahu vuelva al poder. Ésa será su agenda. Al terminar esta época de campañas electorales que incendió y radicalizó los ánimos hasta el punto de provocar enfrentamientos entre ciudadanos árabes y judíos, el nuevo gobierno podrá pacificar el territorio, aunque no se esperan avances serios en sus relaciones exteriores, mucho menos con Palestina. La coalición es demasiado heterogénea para esperar esto. Sin embargo, sí se nota ya un acercamiento al gobierno de Biden y podría derivarse cierto apoyo a la iniciativa de regresar a las negociaciones del pacto nuclear con Irán.

Lapid y Bennett tienen un gran reto por delante. Han logrado su propósito número uno al llegar al poder, pero hoy su victoria ha quedado en el pasado y es tiempo de demostrar que el rencor al contrincante no es todo lo que tienen bajo la manga. Tienen que demostrar que son capaces de crear un plan de gobierno y llevarlo a cabo; lograr planes y avances reales que satisfagan al amplio espectro de partidos que les han dado su voto de confianza. Es una meta titánica, pero de lograrse sería un gran paso para un Estado que ha sido presa de ideologías que lo han enfrentado a luchas intestinas y que ha sido la pólvora de la inestabilidad de una región.