Rafael Rojas

La ebullición chilena

VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Rafael Rojas *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Rafael Rojas 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El resultado de la primera vuelta electoral en Chile muestra a una derecha más pujante de lo que hacía pensar el desplome de la popularidad del presidente Sebastián Piñera y el proceso constituyente, que siguió al pasado estallido social. Una lectura unidimensional de la realidad y los estimados erróneos de las encuestas hicieron creer a muchos que el triunfo de la izquierda estaba garantizado. Pero a pesar de que su candidato, Gabriel Boric, tomó distancia de los regímenes de Venezuela y Nicaragua, la izquierda perdió.

José Antonio Kast, líder de la derecha 2.0, y su Partido Republicano, firmantes de la Carta de Madrid y cercanos a Jair Bolsonaro en Brasil y a Vox en España, lograron rebasar a la derecha tradicional piñerista o seguidora de Joaquín Lavín y la UDI, y sacarle una ventaja considerable a la coalición del Frente Amplio y el Partido Comunista. Como en Estados Unidos, Europa y casi todos los países latinoamericanos, esa ultra derecha, al decir de Pablo Stefanoni, adopta formas renovadas de persuasión que alcanzan a sectores populares y de clases medias.

Kast suscribe varios tópicos de la nueva reacción como el rechazo al feminismo y a la filosofía de los derechos humanos, unido a una evidente propensión antimigratoria o xenofóbica que recuerda claramente a Donald Trump, Santiago Abascal y a Viktor Orbán. Como el propio Trump, Kast reactiva el viejo anticomunismo de la Guerra Fría por medio de la incorrección política, sin abandonar la matriz neoliberal de toda la derecha hemisférica.

Por un momento pareció que el extremismo de Kast lo aislaría del centro derecha. Pero dos cosas han jugado a su favor: su hábil explotación de una visión positiva de la dictadura de Augusto Pinochet, que comparte una porción considerable de la sociedad chilena, y una apuesta por el “orden” y la “seguridad”, que culpa a la izquierda por el estallido social, a pesar de que éste, como en el resto de América Latina y el Caribe, es transversal y no responde a lógicas partidarias.

Con la captura el voto del centro derecha Kast se vuelve sumamente competitivo. Matemáticamente, los votos de Boric más los de los otros candidatos de centro o izquierda como Yasna Provoste y Marco Enríquez Ominami, y algo de la base anti-establishment de Franco Parisi, el candidato que hizo campaña desde Estados Unidos, darían el triunfo a la izquierda. Pero si continúa el ascenso de Kast entre los abstencionistas e indecisos, la derecha será indetenible.

Un triunfo de Kast confirmaría que en América Latina la política ya no se mueve pendular o cíclicamente. La polarización es continental y nacional, a la vez, y así como puede perder Boric en Chile también puede ganar Gustavo Petro en Colombia, a principios del próximo año. La polarización tiene explicaciones de muy diversa índole, pero hay una que parece ineludible: el autoritarismo avanza, lo mismo desde la izquierda que desde la derecha, en un contexto de creciente desencanto con la democracia.