Valeria Villa

De la explicación a la descripción en terapia

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

Valeria Villa*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria Villa
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Thomas Ogden es un psicoanalista norteamericano que vive y trabaja en San Francisco, California, y que ha sido descrito como el “psicoanalista poeta” por su énfasis en el lenguaje como medio para construir y desarrollar el ser, la esencia, eso que cada uno es y puede llegar a ser. No sólo se escuchan las palabras sino sobre todo el tono, la voz, las metáforas que el paciente utiliza.

Ogden ha publicado 15 libros y decenas de artículos especializados y es una de las referencias teóricas y clínicas más importantes del psicoanálisis contemporáneo. Su capacidad de escritura y su generosidad al compartir su forma de trabajar son evidentes en sus textos. A continuación, algunas frases y comentarios al artículo “How I talk to my patients” publicado en 2018:

· Ser creativo en el acto de comunicar es una parte esencial del proceso de soñarse a sí mismo de forma más plena, llegando a existir y a ser de una forma única.

Uno de los más grandes obstáculos en el trabajo terapéutico es la pregunta obsesiva por la normalidad. No ser como los demás es para algunos, un indicador de que hay algo mal con ellos. No estar casado a los 35 o 40 años no es un síntoma, aunque la presión familiar, social y cultural para ajustarse a lo que se espera, puede generar dolor. Muchas veces, una mujer descubre que aunque todas sus amigas estén casadas y teniendo hijos, ella está contenta con su independencia financiera y emocional, y que sólo se siente triste o inadecuada cuando las tías, su madre o sus propias amigas le insisten en que debe salir más para conocer al hombre de su vida.

· La imposibilidad de conocer la experiencia de otra persona tiene implicaciones en la forma en la que hablo con los pacientes. No le puedo decir lo que está sintiendo o pensando, me limito a decirle lo que yo siento y pienso, lo que está pasando entre este paciente en particular y yo en un momento particular.

Ogden insiste en lo incomunicable de la experiencia, estableciendo los límites de lo que puede hacerse en terapia, que es intentar comprender, describir, acercarse, preguntar, sobre la experiencia del otro, pero de ninguna forma decirle lo que le pasa. Algunos pacientes creen que la terapeuta es una especie de vidente que sabe más que ellos mismos lo que les pasa o por qué sienten algo que no logran entender. La terapeuta, haciendo uso de su persona y de lo que pasa emocionalmente en la sesión, evitará dar sermones o discursos e invitará al paciente a que también lo evite, para que hable de sí mismo de la manera más auténtica posible. Esta idea de Ogden es un cuestionamiento directo a la forma en la que ofrecemos una interpretación sobre lo que el paciente cuenta: podemos ofrecerla como una posibilidad o como una verdad absoluta. Si hacemos lo segundo, le robamos libertad y agencia al paciente.

· Hay que alejarse de las preguntas de la superficie —conscientes, lógicas, secuenciales, cronológicas, de causa y efecto, que provocan el uso excesivo de la racionalización. Debe hacerse un cambio de la explicación a la descripción. Liberarse de la necesidad de entender, describir en oposición a descubrir las causas. En lo humano, hay cosas entendibles y otras inentendibles. El objetivo no es entender, porque una vez que creemos tener una respuesta, dejamos de tener interés y nos alejamos del misterio y del proceso vivo que es una persona.

Ogden ha hecho el giro de la epistemología a la ontología. El conocimiento no es lo más importante sino la posibilidad de seguirse inventando, creando, alejándose de las explicaciones que suelen ser simplificaciones de fenómenos complejos, como por ejemplo la relación con los padres. Ogden hace énfasis en que el terapeuta no debe aliarse en la culpabilización que hace el paciente de los padres. Ésta es la forma más burda del psicoanálisis. La crianza y las personalidades de los padres estructuran a la persona pero no la definen para siempre. La sobresimplificación aleja al paciente de la oportunidad de experimentar su vida de una forma más completa y humana. 

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