Valeria Villa

El humor en el psicoanálisis

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

Valeria Villa*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Valeria Villa
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Ingela Camba escribió un libro relevante para el psicoanálisis y para la vida: Humour in Psychoanalysis and Coaching Supervision (Routledge, 2023. El sentido del humor es una herramienta poderosa para ambos. La investigación detrás de este texto es exhaustiva en el mejor sentido de la palabra. A continuación un resumen de algunas de las ideas principales:

En la historia de la humanidad, la risa aparece como el único camino para hacer la vida soportable, ligada a la fiesta, la poesía, la música y a la subversión del orden establecido. El humor ha tenido un lugar marginal dentro de la academia, para la que seriedad es igual a solemnidad. Freud escribió El chiste y su relación con lo inconsciente (1905) dándole un lugar importante al humor. Más adelante, en su ensayo Humor (1927) afirma que el sentido del humor es el más alto mecanismo de defensa, aun por encima de la represión. El humor nos ayuda a distanciarnos de eventos dolorosos, aparece en momentos trágicos y nos salva de caer en un estado paralizante de dolor. El humor maduro ayuda a aceptar el conflicto interno y es parte de la relación con el sí mismo, de la forma de percibir el mundo y de aceptar la realidad con creatividad. Es el triunfo sobre la adversidad de la vida y también consecuencia de la reducción de las demandas del superyó como uno de los progresos más significativos de la terapia, para que el self tenga más espacio para hacer cosas en la vida. Es el superyó consolando al self como lo haría un padre con un hijo. La aparición del humor entre los 15 a 18 meses de edad, modifica el sentimiento de omnipotencia del niño para aceptar la realidad con humildad, dándose cuenta de su fragilidad. Wi-nnicott nos dice que el juego y más tarde el humor, tiene sus orígenes en el espacio transicional, ese espacio íntimo que se construye con el otro, destinado a imaginar, jugar, crear. Esta zona intermedia es necesaria para que el niño comience a relacionarse con el mundo externo y como la aceptación de la realidad nunca es total, el humor permite armonizar entre la realidad y la ilusión. Las bromas, la ironía y el sarcasmo son válvulas de escape de los problemas psíquicos de los adolescentes. Los impulsos agresivos y sádicos hacen de estos años algo muy complejo. La gente pierde el humor y la agudeza debido a la neurosis o a la depresión.

Durante las sesiones de psicoanálisis, hay que intervenir cuando aparece el humor. La broma como parte de la sesión puede servir para manejar la ansiedad con la negación, por lo que es importante distinguir si el paciente intenta seducir mediante el humor o el humor es el resultado de una introspección o síntoma de progreso. El análisis es un proceso que nos libera de la esclavitud de las inhibiciones o de la repetición. También permite una nueva mirada sobre el sí mismo y por tanto nuevos usos del humor. El humor maduro incluye la demora de la urgencia de las pulsiones, la disminución de las demandas narcisistas, el respeto por la autenticidad de los otros, la aceptación de la realidad como algo más grande que una misma. También aceptar y reconocer el dolor y la pérdida sin caer en el odio o en la desesperación. El humor es un buen indicador del estado mental del paciente. El pronóstico depende del desarrollo del sentido del humor, que es un indicador de la integración del yo. El análisis serviría para pasar de la rigidez a la capacidad de verse con humor. Debe distinguirse entre el humor y los estados maniacos, en los que los afectos dolorosos son rechazados y expulsados, siendo incapaz de contener lo doloroso y de disminuir lo persecutorio. En el humor, el paciente sabe que debe ver la realidad pero puede jugar con ella sin condenarse ni perseguirse. Algunos pacientes usan la comicidad y la risa como una forma de evadir el dolor y el enojo. La comicidad es un mecanismo de defensa contra la ansiedad. Jugar al comediante o al payaso es un acto de exhibicionismo y el analista deberá tener cuidado de no ser el voyeur que el paciente necesita. Al humor masoquista o doloroso hay que escucharlo y a veces interpretarlo.

Debe evitarse toda forma de sarcasmo y la intención de hacer del análisis algo humorístico. No se trata de hacer intervenciones chistosas para el paciente, esto sería una forma de seducción. Es más bien regresar a algo que el paciente ha traído, a veces con sus propias palabras. Las debilidades humanas no son objeto de burla o condena superyoica, ni motivo de humillación por el ello. Si el analista no condena estas debilidades en el paciente ¿por qué lo haría consigo mismo? El humor permite verse a una misma como un objeto de interés de estudio, para no tomarse demasiado en serio. Es necesario investigar la psicopatología no analizada del analista. Hay que cuidarse del exhibicionismo como al hacerse el listo o el agudo frente al paciente. El análisis es el show del paciente, no del analista. El análisis no es una terapia de grupo de dos.