El Indio: el mito

El Indio: el mito
Por:
  • eduardo marin

El más legendario y famoso de los cineastas mexicanos, el coahuilense Emilio Fernández, mejor conocido como El Indio, construyó una prolífica filmografía y forjó un estilo visual y narrativo. Pero él mismo fue un personaje complejo y fascinante, irrepetible, digno de ser llevado a la pantalla. Esta semana se cumplieron 33 años de su muerte.

De niño mató al amante de su madre, estuvo en el Colegio Militar y obtuvo el grado de coronel, participó en el alzamiento armado de Adolfo de la Huerta contra el presidente Obregón, fue hecho prisionero, escapó de la cárcel y llegó a Los Ángeles, donde inició su carrera en Hollywood como actor. Tras la amnistía de Lázaro Cárdenas a los huertistas, regresó a México, donde actuó en varias películas y debutó como director en 1942. Inició entonces su fructífera carrera. En 12 años dirigió 29 películas, incluyendo varios de los mayores clásicos de nuestra cinematografía, como María Candelaria y Enamorada.

Su cine indigenista se convirtió en ícono y legado de la denominada Época de Oro. Su contribución fue primordialmente estética. Tenía una obsesión por retratar volcanes, nubes y magueyes, a través del preciosismo fotográfico de Gabriel Figueroa. Pero fue más allá: poseía un sentido trágico que adquirió una dimensión poética sobre la fatalidad del destino, de fuerte arraigo popular. Su mayor mérito fue construir personajes míticos, que transpiraban dignidad. Con su visión melodramática y folclórica, sus filmes eran, y siguen siendo, magnéticos.

Machista a rabiar, mujeriego, empedernido bebedor, su vida está plagada de sorprendentes anécdotas. En alguna ocasión, en su casona de Coyoacán, vio que uno de sus patos trató de “pisar” a otro pato; enardecido, sacó su pistola que portaba al cinto de su habitual traje charro, y mató a la pobre ave, gritando: “¡Patos putos de mierda!”. “Detesto a los degenerados, a los putos y a las marimachas”, exclamó al regresar al comedor, ante sus aterrados invitados, según cuenta su hija Adela en sus memorias.

En 1976, a los 72 años, mató a balazos a un campesino en su tierra natal, Coahuila; en la cárcel estuvo como en su casa, recibía amigos y tomaba tequila. Incluso recibió permiso especial para salir a filmar su película México norte y a los pocos meses recibió el indulto del gobernador Óscar Flores Tapia.

Cuando hacía mis pininos reporteriles, tuve el privilegio de entrevistarlo, en la Cineteca Nacional. Jacaranda, su única hija con Columba Domínguez, se había suicidado pocos años antes. Cansado, débil, era evidente que el alejamiento del cine lo había abatido. Habían pasado cinco años de su último filme, Erótica, en 1979. No supo retirarse a tiempo. Sus películas de los 70 fueron burda copia de anteriores éxitos. Me impactó profundamente el miedo que mostró hacia la muerte, que le llegaría dos años después, a los 82 años.

*Mis 5 filmes preferidos del Indio Fernández: Pueblerina, La perla, María Candelaria, Flor silvestre, Salón México.