El sentido humanista de la Revolución mexicana

El sentido humanista de la Revolución mexicana
Por:
  • guillermoh-columnista

El discurso de Vicente Lombardo Toledano “El sentido humanista de la Revolución mexicana” es un documento importante de nuestra historia intelectual. Fue dictado en el Anfiteatro Bolívar el 30 de octubre de 1930 y poco después publicado en la revista de la CROM. Desde entonces se ha reimpreso en numerosas ocasiones.

Lombardo afirma que toda Revolución que merezca ese nombre —y que no sea una mera revuelta— debe ser un movimiento social que pretenda “realzar la sustancia espiritual del hombre”. El Renacimiento, la Ilustración y la Revolución Francesa son momentos de la historia en los que se lograron avances en ese sentido. La comparación de estas gestas con la Revolución mexicana no es disparatada. La Revolución mexicana, según Lombardo, no fue sólo un movimiento armado, sino uno de conciencias. Lo que la distingue de otras del siglo XX es la manera peculiar en la que combinó dos influencias intelectuales: el espiritualismo bergsonismo, cultivado por los integrantes del Ateneo de la Juventud y el anarquismo de corte bakuniano, adoptado por los magonistas. Estas dos corrientes de ideas confluyeron en la conformación en un socialismo sui géneris que define la ideología propia de la Revolución mexicana.

"El discurso de Lombardo combina dos movimientos que hasta entonces habían estado separados en la historia de la Revolución: el intelectual y el obrero. Sin embargo, poco después, Lombardo se olvidará de los anarquistas y los ateneístas para redefinir la historia de la Revolución mexicana desde su perspectiva marxista. Lo que Lombardo dirá es que la verdadera Revolución mexicana estaba por venir"

La tesis de Lombardo seguramente resultó asombrosa a su auditorio. Al afirmar que los verdaderos ideólogos de la Revolución fueron los ateneístas y los anarquistas dejaba fuera a figuras tan connotadas como Francisco Madero, Luis Cabrera y Andrés Molina Enríquez.

Para desarrollar su tesis, Lombardo ofrece una interpretación peculiar de la historia de la Revolución. Según ella, la Revolución mexicana tuvo dos corrientes: una burguesa o política y otra proletaria o económica. El Ateneo de la Juventud influyó en la revolución burguesa o política, mientras que los anarquistas lo hicieron en la revolución proletaria o económica.

[caption id="attachment_1012484" align="alignnone" width="696"] Vicente Lombardo Toledano, en una imagende archivo. Foto: Especial[/caption]

Lombardo sostiene que los anarquistas magonistas no eran intelectuales como los del Ateneo sino “parias iluminados” que “ardían en el fuego de la doctrina anarquista”. Son los anarquistas quienes, a la larga, tendrán el impacto más definitivo en la Revolución. Afirma el autor: “El sacrificio de estos grandes luchadores solitarios no es estéril. Los obreros adquieren rápidamente la conciencia de la clase a la que pertenecen. Levantan la tribuna más alta y vigorosa con que la Revolución ha contado hasta hoy: la Casa del Obrero Mundial. Unos anarquistas españoles expulsados de su país vierten en el nuestro la doctrina del sindicalismo revolucionario y, en su unión de los líderes americanos, fundan la institución que es, ante todo, cátedra de filosofía, escuela de humanismo”.

Aunque los ateneístas y los anarquistas no hayan tenido nada que ver en los hechos, Lombardo los junta en su oratoria. Dice: “Así se forjó el ideario de la Revolución. Sin previo acuerdo, pero coincidiendo en el propósito, los intelectuales del Ateneo, los anarquistas y los intuitivos, y los líderes de la Casa del Obrero Mundial presidieron con la eficacia indestructible de las ideas -—fuerzas puestas en marcha— el movimiento de las muchedumbres. ”La verdad es que ni los anarquistas ni los ateneístas presidieron el movimiento de las muchedumbres. Quienes en realidad encabezaron el movimiento de masas fueron otros actores: los maderistas, los zapatistas, los villistas, los obregonistas. La historia de la Revolución que nos ofrece Lombardo es una ficción.

"Lombardo sostiene que los anarquistas magonistas no eran intelectuales como los

del Ateneo sino “parias iluminados” que “ardían en el fuego de la doctrina anarquista”. Son los anarquistas quienes, a la larga, tendrán el impacto más definitivo en la Revolución"

El discurso de Lombardo combina dos movimientos que hasta entonces habían estado separados en la historia de la Revolución: el intelectual y el obrero. Sin embargo, poco después, Lombardo se olvidará de los anarquistas y los ateneístas para redefinir la historia de la Revolución mexicana desde su perspectiva marxista. Lo que Lombardo dirá es que la verdadera Revolución mexicana estaba por venir. Todo lo que había sucedido antes no había sido sino preparaciones para el viaje.

Este discurso ha sido estudiado por numerosos autores, sin embargo, hay una lectura en la que —por lo que sé—nunca se ha reparado. ¿Quién era el líder que podía afirmar que pertenecía tanto a la tradición intelectual del Ateneo de la Juventud como a la del anarquismo sindicalista? Sólo había uno: el propio Lombardo. La historia ideológica que construye Lombardo en este discurso está hecho a la medida de su reclamo de ser el ideólogo de la Revolución mexicana, así, en singular, puesto que nadie más tenía ese linaje tan peculiar.