El viejo antisemitismo europeo

El viejo antisemitismo europeo
Por:
  • gabriel-morales

Esta semana dos incidentes dejaron claro que, por si alguien tenía duda, el viejo antisemitismo europeo está de regreso. En la Gran Bretaña, ocho miembros del Partido Laborista (de izquierda) dejaron el partido citando, entre sus dos motivos, la negativa del líder, Jeremy Corbyn, de apoyar un segundo referendo y, en segundo lugar, el antisemitismo en el partido y su liderazgo.

En el otro lado del canal, miles de personas, incluyendo líderes de varios partidos, salieron a manifestarse en contra del antisemitismo en Francia, luego de que entre otros incidentes hayan descarado cementerios con suásticas y varias de las consignas del grupo de los chalecos amarrillos se tornaran antisemitas en las últimas semanas. Lo que resulta curioso es que por varios años se ha tratado de culpar a los migrantes musulmanes del creciente antisemitismo en Europa.

Aunque sin duda han contribuido, el antisemitismo que estamos viendo proviene más bien de los europeos —tanto en la izquierda como en la derecha—. Uno de los argumentos comunes para explicar el antisemitismo europeo sugiere que éste proviene de un odio milenario hacia los judíos en la tradición cristiana. Sin embargo, un análisis, a mi parecer más acertado, sugiere que el cosmopolitismo de los judíos los convierte en un chivo expiatorio en tiempos de crisis. Así, en el nazismo, los judíos se convirtieron en el blanco perfecto para culpar por la crisis económica que atravesaba Europa.

En 2019, los judíos se han vuelto entre algunos círculos el chivo expiatorio de las fallas del modelo globalizador; es por esto que epítetos antisemitas se volvieron de uso común entre los chalecos amarillos —un grupo principalmente de hombres blancos de espacios rurales (muchos de derecha) que protestan en contra del fracaso del modelo económico francés—.

El caso de la Gran Bretaña es un poco más complejo, pues ahí el antisemitismo se mezcla con una crítica al Estado de Israel y, por lo tanto, parece más difícil de distinguir. Sin embargo, queda claro que si bien no todo el liderazgo del partido es antisemita, detrás de la crítica a la ocupación israelí, hay un sesgo antisemita claro —que ha incluido, por ejemplo, el cuestionamiento de la lealtad de los judíos británicos a su país—. En resumen, el antisemitismo en Europa resurge por tres bandas y deja en evidencia la crisis ideológica, económica y de identidad que recorre Europa; un continente que busca la respuesta a los fracasos del modelo económico actual y que, como no encuentra una nueva alternativa, regresa años atrás y vuelve a ocupar herramientas de las épocas más negras de su historia; herramientas que no sólo son inútiles, sino que ponen en peligro a los judíos del continente.