La violencia virtual es real

La violencia virtual es real
Por:
  • monica-garza

“Soy Olimpia, pero dejé de serlo cuando subieron un video a Facebook. Ahora soy explotada virtualmente como la ‘Gordibuena de Huauchinango’”. Así, directo al hígado era el mensaje que Olimpia llevaba escrito en una cartulina blanca unos años atrás.

Se trata de la consecuencia de un video íntimo que la joven se grabó con su pareja —que luego dejó de serlo—, y que luego circularía en las redes sociales y que someterían a Olimpia a vivir la peor pesadilla de su vida, a sus 18 años.

La joven era una apasionada de la charrería, por lo que era común verla en imágenes en escenarios de esa naturaleza, hasta que un día apareció en una página de Facebook una fotografía suya, precisamente vestida de escaramusa, pero con una leyenda que decía: “¿quieres verla montar?, dale Me gusta y subimos un video”.

Las imágenes se viralizaron primero en la región donde vivía, poco después alcanzaron cuatro países más. Olimpia luchó inútilmente contra “likes”, “shares” y el juicio de un sinfín de desconocidos.

“Mujer promesa de Huauchinango exhibida en redes sociales”, fue el encabezado de una nota que apareció en una publicación de circulación municipal, pues la joven destacada en oratoria y debate, que incluso había representado a Puebla a nivel internacional, ahora era parte del contenido sexual de dichas plataformas.

Acudir al ministerio público fue la mismísima entrada al infierno para Olimpia. Le pidieron el video como “prueba del delito” y al no poder comprobar quién había sido el responsable de subirlo, no había entonces culpable que perseguir.

No había mucho que hacer porque ella “se había dejado grabar”, de acuerdo al juicio de las autoridades.

Fueron meses de acoso aún indescriptible para Olimpia, pero esa situación que a muchas incluso les ha llegado a costar la vida, ella lo convirtió en su causa de lucha, por ella y por todas las demás. En 2014 elaboró y logró subir a discusión en el congreso de Puebla una inciativa de ley para castigar la difusión de material íntimo sin consentimiento.

Pasaron 4 largos años, hasta que en diciembre de 2018 fue aprobada la llamada “Ley Olimpia”, que sanciona con penas de 3 a 6 años de prisión, a quien obtenga y difunda imágenes y videos de carácter sexual, además de textos y audios sin el consentimiento de los involucrados.

Y es que la pornografía en toda su complejidad, es también una industria de actos consensuados con fines de lucro, y con lo que fácilmente se puede responsabilizar de ciertas publicaciones a las propias víctimas.

[caption id="attachment_1012523" align="alignnone" width="696"] La activista Olimpia Coral Melo, en el foro de ADN40, el miércoles pasado. Foto: Especial[/caption]

Pero la llamada “pornovenganza” no es otra cosa que Violencia Digital, sin comillas.

Hoy son 10 estados los que han modificado sus leyes para castigar dicha práctica, entre los que destacan Chiapas, Yucatán, Zacatecas, Chihuahua, Oaxaca, Jalisco y más recientemente el Estado de México. Mientras que en la capital mexicana, la “ciudad de las libertades”, se sigue esperando la tipificación al respecto.

Esta semana Olimpia y su Frente Nacional por la Sororidad, hicieron presencia en el Congreso de la Ciudad de México para que el tema no sea discutido sin perspectiva de género. No sin ellas… ¡No sin Nosotras! decían.

La iniciativa de reforma presentada por el diputado local de Morena José Luis Rodríguez Díaz, pide de 4 a 8 años de prisión para quien ejerza violencia digital, incrementándose hasta en una mitad, si el delito es cometido por una persona con la que se tenga una relación de afectividad o convivencia.

Y es que son las mujeres jóvenes, de entre 18 y 30 años las más vulnerables en los espacios digitales, donde hasta el 40% de las agresiones son cometidas por personas cercanas.

De acuerdo al Instituto Nacional de Geografía aproximadamente 9 millones de mujeres han vivido ciberacoso en México.

Es hora de marcar un alto a esta forma de revictimización ante delitos de esta naturaleza. Olimpia tiene razón, el cuerpo de una mujer no debe ser usado sin su consentimiento para el entretenimiento de nadie en Internet, ni en ningún lado.

La desnudez no es un crimen, ni debe de ser una oportunidad más para victimizar a una mujer.

Lo virtual es real, y puede lastimar tan profundamente la vida de una víctima, que hace urgente no sólo la necesidad de cambiar la ley, ahora en la Ciudad de México, sino capacitar con perspectiva de género a todos aquellos encargados de que las leyes se cumplan.