Sri Lanka: las raíces del terror

Sri Lanka: las raíces del terror
Por:
  • gabriel-morales

Un atentado terrorista de la magnitud del ataque en contra de distintas iglesias y puntos turísticos en Sri Lanka no ocurre en el vacío. El terrorismo es un fenómeno global, o más bien globalizado, que sucede en un contexto geopolítico y local específicos.

Para entender las raíces del trágico evento tenemos que ir más allá de los detalles logísticos (cómo consiguieron las armas, cómo diseñaron el ataque) y organizacionales (cómo se formó este grupo, qué nexos tiene con organizaciones globales). Lo primero que debemos observar es el ambiente geopolítico. En primer lugar, es importante recalcar la profundización de las divisiones entre musulmanes y otros grupos religiosos, principalmente budistas, en toda la región.

Por un lado, en India, el principal poder del área, se han recrudecido los ataques retóricos y la violencia en contra de la minoría musulmana a manos del primer ministro ultranacionalista Narendra Modi, quien ha utilizado el etno-nacionalismo para consolidar su poder. En Myanmar, continúa la represión de la minoría musulmana, Rohingya, a manos de la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi. En Indonesia y Bangladesh, grupos conservadores musulmanes han adquirido un importante papel en la formación de las coaliciones de gobierno.

El segundo aspecto geopolítico relevante para entender los ataques en Sri Lanka es la expansión del Estado Islámico en la región; esta organización terrorista ha logrado mimetizarse con grupos musulmanes preexistentes, radicalizándolos y aumentando su relevancia en ya varios países de la zona. El ejemplo más claro es Filipinas, donde por algunos meses el Estado Islámico consiguió controlar la ciudad de Marawi.

Del contexto de tensiones étnicas y expansión de las redes terroristas en la región pasamos al contexto político interno. Después de terminada la guerra civil en Sri Lanka, en contra de la minoría budista Tamil, los musulmanes (que representan sólo el 10 por ciento del país) se han convertido en el nuevo chivo expiatorio. En respuesta, grupos islámicos se han dedicado a atacar sitios budistas a lo largo del país.

Por último, es importante recalcar la profunda división política en Sri Lanka, que se encuentra al principio de un proceso electoral. El presidente y el primer ministro, rivales políticos acérrimos, no se comunican entre ellos desde hace ya varios meses. El ataque de la semana pasada no ocurrió en el vacío, sino en un ambiente geopolítico de rivalidad étnica atizado por líderes nacionalistas, tanto budistas como musulmanes, que utilizan la religión como herramienta de legitimidad; en un contexto de expansión del Estado Islámico en la región; y en un ambiente de rivalidad política que ocasionó una terrible falla del sistema de seguridad en Sri Lanka (las fuerzas de seguridad tenían información sobre el grupo terrorista, pero ésta nunca llegó a manos del primer ministro).

Es así como se explica la facilidad que tuvo un pequeño grupo, prácticamente desconocido, de perpetrar uno de los peores ataques terroristas de la historia.