Amor, amor

Amor, amor
Por:
  • larazon

Gil Gamés

Gamés está de plácemes: la república amorosa aparece de nuevo en los documentos que Morena ha entregado al IFE. “No hay nada más noble y más bello que preocuparse por los demás y hacer algo por ellos, por mínimo que sea. La felicidad también se puede hallar cuando se actúa en beneficio de los otros: vecinos, compañeros de estudio o de trabajo cuando se hace algo por la colonia, por la colectividad, por el pueblo.” Qué bonito pensamiento, en honor a la verdad.

Si no sonara a sermón de misa de 12 en domingo, a Gil le parecería simplemente ridículo el discurso. Aquí huele a iglesia, a párroco rancio y feligreses compungidos. La nota de Leslie Gómez, publicada en su periódico Reforma, cita el documento de Morena: “Esos actos nos reivindican como género humano, forman comunidad, construyen ciudadanía y hacen de este mundo un lugar mejor”. Gil cantó con lágrimas en los ojos la vieja canción del Príncipe: amor, amor, que te pintas de cualquier color. Aigoeii. Gamés le manda un abrazo fraternal a Martí Batres y un beso en la mano a Liópez, y un picorete a Jesusa Rodríguez. Nooo, Dios quiera y no se lo vayan a creer. Cruz, cruz, que se vaya Jesusa y que venga el Diablo, o como se diga. La verdad es que la misa está muy intensa. Oremos.

En Morena, dice el documento citado por Leslie Gómez, no hay pensamiento único, mju, sino principios democráticos. Con la novedad: “En la equidad de oportunidades para todos los mexicanos, reduciendo las de-sigualdades entre los que más tienen y los que menos tienen, y para acabar con toda forma de opresión y explotación”. Si estuviéramos en el año de 1970, el discurso sonaría viejón, pero en el siglo XXI, la explotación del hombre por el hombre suena a la cueva de Altamira, ¿Tamaulipas? Acabar con toda forma de opresión, diantres. Agreguemos: la lucha de clases, los medios de producción y, sobre todo, el modo de producción asiático, ¿era peligroso o era bueno? Gil lo ha olvidado. Oremos más.

Pero esto no es nada, oigan: “Cuando hablamos de una república amorosa, con dimensión social y grandeza espiritual, estamos proponiendo regenerar la vida pública de México mediante una nueva forma de hacer política, aplicando en prudente armonía tres ideas rectoras: la honestidad, la justicia y el amor”. Gil se toma la libertad de interrumpir: ¿es en serio? Y luego dicen que no han sido seguidores de Chávez. Es que de veras, no se miden. ¿Amor? ¿No quisieron decir humor en lugar de amor? ¿Seguro?

Gil se arrodilla en el reclinatorio, ¿así se dice? Y escucha el sermón del padre Batres: “la honestidad y la justicia para mejorar las condiciones de vida y alcanzar la tranquilidad y la paz pública; y el amor para promover el bien y lograr la felicidad”. Padre Batres, Gamés acúsase de pecado en partes innobles, es decir en la conciencia revolucionaria. Si Gil entiende bien, la honestidad y la justicia mejorarán por sí solas las condiciones de vida. ¿Y el sucio dinero? ¿No se necesita? Ah, y el amor, claro, promueve el bien y nos acerca a la felicidad. Muy bonito, esto lo van a saber los Castro y ustedes recibirán tremenda regañina.

Gil iba a escribir algo acerca del lobo disfrazado de oveja, pero le pareció obvio. Aún así, al parecer Batres se ha disfrazado de sacerdote católico, lo mismo que Liópez. Así las casas (muletilla inmobiliaria) estamos frente a un próximo partido político conservador, sectario, fanático.

Los viernes Gil toma la copa con amigos verdaderos, mientras los meseros traen las charolas que soportan el Glenfiddich 15, Gil pondrá esta frase de Fernando Arrabal a circular en el mantel blanco: “Los fanatismos que más debemos temer son aquéllos que pueden confundirse con la tolerancia”.

Gil s’en va

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