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Por:
  • larazon

Fernando Escalante Gonzalbo

Ninguna de las reformas que ha propuesto la presidencia ha sido muy espectacular —al contrario, son todas bastante modestas. Es normal que protesten los maestros en lo que les toca, igual que protestan los empresarios en lo suyo, pero en general los cambios están pensados de modo que podrían ser aceptables para todos. Acaso con algún ajuste. Porque todas las iniciativas son susceptibles de mejorarse, y pueden hacerse más atractivas sin mucha dificultad. En particular, la reforma de la legislación sobre el magisterio podría acompañarse de un programa de inversión serio, bien pensado, que se hiciese cargo realmente del problema educativo. En el terreno fiscal se podría negociar muy cómodamente el impuesto a las colegiaturas, y la reforma energética se decide entera en la legislación secundaria. Está todo por hacer.

Insisto: ninguna de las iniciativas es revolucionaria. Pero planteadas en conjunto las tres contribuyen a perfilar la imagen de un gobierno enérgico, optimista, eficiente. Y han permitido cambiar en muy poco tiempo la configuración del espacio político —tanto que la obstrucción en las cámaras se ha vuelto bastante más costosa de lo que era. El Pacto por México pone el motivo y pone también los márgenes para los conflictos dentro de los partidos de la oposición.

Es muy significativo que tanto López Obrador como Cárdenas hayan optado por la política extraparlamentaria, con un No a Todo. Desde luego, es un poco extraño que se opongan a un moderadísimo incremento de 2% en el tipo máximo del impuesto sobre la renta, por ejemplo. Y no está claro lo que piensa ninguno de los dos sobre el estado de la educación pública. Pero no pueden hacer matices, ni admitir nada. Para sobrevivir políticamente necesitan comenzar por dejar fuera de juego al PRD —orillarlo a una política de pura obstrucción, para neutralizarlo como fuerza parlamentaria. Y eso requiere el No a Todo, sin más explicaciones. Y mentir con aplomo cuando hace falta.

Seguramente no están contando con sumar a todos los inconformes, de cualquier color. No suponen que puedan juntarse la CNTE, el SME, la nueva APPO, y los “anarquistas”, con la Unión Nacional de Padres de Familia, y los líderes empresariales: Flavio Sosa, René Bejarano, Martí Batres, Luis Pazos, Sergio Sarmiento y Arturo Damm. Pero el No a Todo es lo único que les permite obviar discusiones, rehusarse a negociar nada, y hacer insostenible la posición del PRD.

Es una apuesta arriesgada, pero no hay otra posible para ellos. Podrán mantener la amenaza de la calle mientras haya dinero para financiarla. El tiempo corre también para el presidente —que también apuesta fuerte.