Cambios profundos en la industria petrolera

Cambios profundos en la industria petrolera
Por:
  • larazon

Emilio Sánchez Santiago

El petróleo es el tema del momento y ha acaparado innumerables comentarios y desplantes por parte de actores nacionales y aspirantes a serlo. A la luz de la importancia que tiene este recurso natural, se entiende que el tema capture la atención popular.

En este asunto, como en cualquier otro de este calibre, se debe partir de la verdad, es decir, de los hechos observados y comprobables. Los hechos hablan por sí mismos, y cuando se estudian de buena fe, ayudan más que las posturas ideológicas que frecuentemente se esgrimen en este debate.

La primera verdad inescapable de la trayectoria de Petróleos Mexicanos es la reducción en su producción petrolera. La tabla I muestra dicha producción desde 2006 y la compara con la de nuestros socios comerciales del norte.

Es obvio que nuestra producción ha declinado de manera significativa, en tanto que la de nuestros vecinos del norte se ha elevado durante el mismo periodo de tiempo. La declinación del yacimiento de Cantarell no ha sido compensada con nuevos descubrimientos de la misma importancia y rendimiento. Por otra parte, las reservas petroleras probadas han declinado de una manera acelerada y preocupante, tal como se comprueba en la tabla II.

Es evidente que pese a los recursos humanos, financieros y tecnológicos desplegados por Pemex en la última década, la empresa no ha podido reemplazar y mucho menos aumentar las reservas probadas de hidrocarburos.

Una industria petrolera en la que la producción y las reservas decaen refleja un modelo fracasado y pone en peligro el abastecimiento oportuno, suficiente y económico del país. Estos faltantes incrementan la vulnerabilidad de la industria manufacturera de México, impiden el crecimiento de la industria petroquímica y encarecen la satisfacción del consumo interno de gasolina y diésel para el transporte de pasajeros y carga.

No basta cambiar el Consejo de Administración de Pemex, ni dotarlo de mayor autonomía de gestión; tampoco basta reducirle la carga fiscal para remontar la problemática actual; mucho menos basta engrosar las nóminas y los presupuestos de la Comisión Nacional de Hidrocarburos ni la Comisión Reguladora de Energía. El problema petrolero no se resuelve con más burocracia.

El tema exige mucho más que un cambio cosmético al funcionamiento de Pemex. Nos enfrentamos a un complejo entramado de temas que abarcan la seguridad operativa, el control de riesgos financieros derivados de exploración en aguas profundas, el cuidado del medio ambiente, el aumento de reservas, la eficiencia operativa, la rentabilidad a lo largo de la cadena productiva, el aumento de las exportaciones, la adquisición y el dominio de las nuevas tecnologías, la suficiencia en la producción de destilados y la eliminación en el déficit de gas, entre otros.

Esperemos que el Congreso de la Unión obre con inteligencia, valentía y visión, para reformar el marco jurídico de la industria petrolera, así como la produccoón y la distribución de energía eléctrica.

emsanchez@prodigy.net.mx