Caminar los mercados

Caminar los mercados
Por:
  • jaume

Recorrer un mercado en México es una experiencia que desde niño me es muy grata: los colores y las pláticas entre comerciantes y marchantes. Son esos pasillos donde se perciben el ánimo, las necesidades y los reclamos populares; en un mercado no hay jerarquías.

En ninguna etapa de mi vida he dejado de visitarlos; ahora, además de ser un gusto, me resulta indispensable escuchar con otra perspectiva las charlas en sus pasillos. ¿Cuánto cuesta el kilo de limón? ¿Cuánto el de jitomate o frijol?

Ese ejercicio elemental de levantamiento de precios es enriquecedor, particularmente para mí en esta nueva etapa.

La vida siempre ofrece nuevos comienzos; con esta reflexión personal retomo con mucho entusiasmo este espacio, ahora en calidad de procurador federal del Consumidor.

A más de un mes de haber asumido esta responsabilidad, he tenido la oportunidad de realizar visitas de trabajo en siete entidades y diez ciudades del país durante el periodo vacacional de Semana Santa.

En estos recorridos tuve la oportunidad de señalar prácticas irregulares en la prestación de servicios, también de reconocer la honestidad de comerciantes que entienden muy bien que el abuso contra sus clientes es la vía rápida para aniquilar su negocio.

A 40 años de su creación, la Profeco ha probado ante los mexicanos su capacidad para contribuir a la estabilidad de precios de productos de la canasta básica; esta labor es una de las razones por las que la institución ha sido invitada recientemente por el secretario de Desarrollo Social, José Antonio Meade, para incorporarse al gabinete social del Gobierno de la República.

Todos cabemos en la categoría de consumidores y cualquier práctica abusiva en esta cadena de intercambio de bienes, productos y servicios afecta irremediablemente a sus demás eslabones.

Ninguna institución puede cumplir sus propósitos trabajando aisladamente, lejos de la sociedad y sus necesidades. Una tarea de la Profeco, además de prevenir y sancionar irregularidades, es facilitar la información que permita tomar mejores decisiones de compra. Por eso caminar en la Nueva Viga de Iztapalapa, el mercado Hidalgo del puerto de Veracruz o el tianguis de Progreso, en Yucatán, además de recordarme la infancia, me enriquece como procurador para consolidar un trabajo más eficiente en la atención de las necesidades de los consumidores.

¡Vengan a este puesto que no vende kilos de a kilo! ¡Revisen el precio de la tortilla! ¡Visiten las gasolineras que están despachando litros incompletos! ¡Castiguen a las empresas de celulares que nos cobran de más! ¡Verifiquen que las líneas aéreas nos compensen la cancelación de un vuelo! El clamor que escucho en las calles, las terminales de autobuses y los supermercados es contundente para fijar prioridades y diseñar la reingeniería de la Procuraduría Federal del Consumidor.

La participación de la sociedad es crucial a través de la denuncia, mi deber es responder ofreciendo resultados. El reto es grande y me honra. La Procuraduría no debe ser temida, pero sí respetada, muy respetada. Mi trabajo será todo terreno, en campo, cerca de los consumidores para escuchar y en consecuencia actuar para resolver.

No dejaré de caminar los mercados.