El cierre de gobierno

El cierre de gobierno
Por:
  • leonardo-nunez

Donald Trump llegó a su primer año al frente de la presidencia de Estados Unidos con el gobierno cerrado. Esta situación no es del todo anormal, ya que en las últimas cuatro décadas el gobierno ha tenido que bajar la cortina en 19 ocasiones; sin embargo, la última vez que había sucedido con el partido del presidente, teniendo mayoría en las dos cámaras legislativas, fue en 1977.

El cierre de gobierno ocurre cuando no hay un acuerdo en cuanto al presupuesto entre el poder Ejecutivo y el Legislativo y se llega a una fecha límite. Al ser necesario que la propuesta de gastos del presidente cuente con la aprobación de los representantes, el desacuerdo supone una congelación de los pagos para una buena parte de la administración pública, salvo para los servicios elementales, como los relacionados con la salud, la justicia o la seguridad. Si consideramos los episodios anteriores, el promedio de días que dura esta situación es de siete, con varios casos en los que el cierre dura sólo un día y otros en los ha llegado a veintiuno. La última ocasión fue con Barack Obama, cuando los republicanos paralizaron por 16 días al gobierno debido al proyecto de salud conocido como Obamacare.

Esta vez, el motivo de las diferencias está en el programa de protección a los jóvenes indocumentados (dreamers) que llegaron con sus padres y que habían sido protegidos bajo el programa DACA y la demanda de Trump sobre la apertura de una negociación al respecto, sólo a cambio de la aprobación de fondos para el muro en nuestra frontera, que demanda desde su campaña. Si uno de los dos bandos se mueve de su posición, quedaría expuesto con sus respectivos electores y, de cara a un año en el que se renovarán varias posiciones en elecciones, han llegado a un desacuerdo que no ha podido resolverse hasta el momento.

Puede parecer que el cierre del gobierno es una opción demasiado drástica, que expone a la administración de un Estado a grandes riesgos, pero la existencia de esta posibilidad es uno de los elementos clave para entender cómo funciona un sistema con instituciones capaces de actuar como pesos y contrapesos reales. La aprobación del presupuesto se convierte en una negociación política fundamental en aquellos países en los que las cifras aprobadas se convierten en mandatos que difícilmente pueden ser modificados salvo un nuevo acuerdo legislativo.

Si ponemos esta situación en perspectiva comparada, en la mayor parte de los países, el presupuesto tiene que cumplimentarse una vez aprobado y los cambios, o están limitados, o son sujetos a otra discusión legislativa, como es el caso de la discusión que hoy mantiene cerrado al gobierno de Trump. Otros casos casi aislados, como el nuestro, permiten modificar el presupuesto de manera unilateral y discrecional por parte del Ejecutivo, sin tener que someterse a algún contrapeso. El gobierno de Trump hoy se enfrenta a un impasse en el que ambos bandos pierden con cada día que pase, por lo que se obliga a que alguna de las partes tenga que negociar. Será cuestión de días para ver quién cede.