El golpe a Excélsior

El golpe a Excélsior
Por:
  • larazon

Raymundo

 PRIMER TIEMPO: La independencia en tiempos de Scherer. En la historia de la prensa en México no hay verdades absolutas sino fragmentarias. Una estupenda novela de Vicente Leñero, Los Periodistas, sobre el llamado golpe a Excélsior, es la versión oficial de lo que sucedió el 8 de julio de 1976, cuando su director, Julio Scherer, y unos 250 colaboradores, abandonaron esa casa editorial. Leñero nunca engañó a nadie, pero ¿qué importaba que su obra fuera ficción mezclada con realidad si se ajustaba a lo que queríamos creer? Scherer salió de Excélsior por la presión violenta de un grupo afín al golpista, Regino Díaz Redondo, presidente de la Cooperativa de Excélsior. Casi nadie duda que la mano que meció el golpe fue la del presidente Luis Echeverría, y la mayoría cree que fue para censurar a un diario independiente. Cables difundidos por WikiLeaks del entonces embajador de Estados Unidos, Joseph John Jova, revelan que si bien los cercanísimos al mítico periodista apoyaban esa versión, otros menos pasionales decían que la libertad de Excélsior no fue el motivo, pues incluso, Scherer había ayudado a legitimar a Echeverría, su amigo entrañable y su financiero. Su salida de Excélsior lo convirtió en un mito, y el romanticismo sobre la libertad de prensa se volvió su aura. En ninguna parte del mundo hay realmente libertad de prensa, sino libertad de empresa, que es lo que ejerció Scherer durante ocho años al frente del diario. Muchos han olvidado que bajo su dirección Excélsior fue un periódico con orientación socialcristiana, donde salvo excepciones sus páginas editoriales estuvieron cerradas a gente de izquierda, y que durante el movimiento estudiantil de 1968 se negó a publicar desplegados que pagaban los estudiantes, a quienes regañaba por no comprender al presidente Gustavo Díaz Ordaz, que lo había ayudado a conquistar la dirección del periódico. Excélsior, antes, durante y después de él, fue un diario que representó los intereses del poder político. Como tal, fue sólo la presión interna que lo llevó a romper con Díaz Ordaz tras la matanza de Tlatelolco –la información del diario fue el boletín de prensa de la Secretaría de Gobernación–, pero se mantuvo como aliado estratégico de Echeverría hasta que, por sus propios errores políticos, rompieron.

 SEGUNDO TIEMPO: Excélsior, el alfil del Presidente. La llegada de Julio Scherer a la dirección de Excélsior en 1968 le abrió las páginas del periódico a los que no tenían voz y comenzó a registrar la pobreza nacional en un giro liberal a la política editorial. Enfrentó a los poderes y los desafió, como el quinto poder que realmente era. Reveló que el Estadio Azteca había sido construido sobre el despojo de terrenos ejidales, lo que empata con cables del embajador Joseph John Jova, que sugieren que Excélsior fue un brazo armado contra lo que hoy es Televisa, porque el presidente Luis Echeverría quería apoderarse de la empresa. Scherer chocó directamente con El Tigre Emilio Azcárraga, que marcó el inicio de un enfrentamiento que llevó al sector privado, que tampoco le gustaba la línea editorial del diario. ¿Cómo sobrevivió Excélsior? Jova no lo cuenta, pero ese boicot en 1972 fue superado gracias a Echeverría, que tenía en Scherer a un confidente. El Presidente ordenó que toda información que sobre el gobierno apareciera en Excélsior, se pagara como gacetilla publicitaria, y durante dos años pagó la nómina y los gastos de Excélsior, lo cual impidió que el periódico muriera de inanición. Excélsior no era crítico del Presidente, y en la vieja lógica editorial mexicana de que ni él, ni el Ejército, ni la Virgen de Guadalupe podían ser criticadas, navegó en aguas tranquilas fustigando al resto del gobierno y a los empresarios. Scherer, como lo ha dicho él mismo en sus libros, recibió favores y regalos costosos de Echeverría, publicando además las infidencias del Rey, que lo hacían una lectura indispensable. Esa relación entrañable se fracturó por razones no contadas por Jova, sino narradas a lo largo del tiempo por sus protagonistas.

 TERCER TIEMPO: “Aquí no manda Scherer”, le dijeron a su emisario. La noche del 7 de julio de 1976, 50 articulistas de Excélsior enviaron un desplegado para su publicación en contra del presidente Luis Echeverría porque, argumentaban, amenazaba la libertad del periódico. El desplegado se diagramó en la página 22 y se envió a las rotativas, de donde un miembro de los talleres, lo retiró. Un enviado de Julio Scherer dijo que el director ordenaba su publicación, a lo cual respondieron: “Aquí no manda Scherer”. Eso fue en la víspera de su salida del diario, ante una asamblea de cooperativistas y porros. Desde ese momento Scherer se convirtió en el paladín de la libertad de prensa en México y ejemplo para generaciones. La historia oficial de que su salida obedeció a la independencia editorial del diario, fue contradicha esta semana por un cable del embajador Joseph John Jova, donde analistas políticos mexicanos dijeron que era falso. No diagnosticaron porqué Echeverría solapó un golpe contra Scherer, pero la historia se ha venido construyendo a lo largo de las décadas, y fue incluso lo que le dijo Echeverría a sus hijos para que regresaran a vivir a su casa, de donde se marcharon en protesta por esa acción de fuerza contra el diario: Scherer quiso manipular la sucesión presidencial. A través de sus caricaturas descalificó uno a uno a los precandidatos presidenciales, y en el caso más extremo, publicó a ocho columnas que el secretario de Hacienda, su primo José López Portillo, planeaba cobrar un impuesto patrimonial. López Portillo, con la pantalla de lo que hoy es Televisa para él, afirmó indignado que Excélsior había sacado ese documento de la basura. Scherer no estaba en México cuando se publicó esa información, autorizada por el subdirector Manuel Becerra Acosta, pero para efectos prácticos, era lo mismo. Desde un principio había apostado por el secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia, como seis años antes por Echeverría, para que fuera el Presidente. No lo fue, pero Scherer no aprendió. En 2006 y 2012, también apostó por Andrés Manuel López Obrador para la Presidencia, y también perdió. Es la historia no oficial de lo que fue aquel golpe de Excélsior.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

Twitter: @rivapa