El mártir del amor

El mártir del amor
Por:
  • claudia_guillen

En estos días hay una gran expectación por la presencia del papa Francisco en nuestro país. No es secreto, para mucho esta figura papal ha despertado un sinnúmero de expectativas tanto para quienes practican la religión católica como para quienes no lo hacen.

Si nos detenemos un poco a pensar el origen de nuestra cultura nos daremos cuenta que ésta está impregnada por esa filosofía y el pensamiento de esa religión, la cual dio pie a una suerte de código de conductas sociales, políticas y, por supuesto, religiosas. Como sabemos, nuestro país y todo el continente americano, excepto Brasil, fue colonizado por los españoles y al hacerlo se dio un mestizaje entre nuestras culturas precolombinas y las que traían consigo los ibéricos. No olvidemos, de igual forma, que dentro del proceso de colonización hubo tres etapas: el descubrimiento del continente americano, la conquista del territorio y, por último —y no por ello la menos importante—, la evangelización de los pobladores de nuestro territorio coronándola con el ícono de la Virgen de Guadalupe.

La lengua que hablamos, en la mayor parte del país, es el castellano y su origen data de un monje, San Millán, que en el siglo V se encerró en una cueva, al norte de la península ibérica, para redactar escritos que dan pie a lo que hoy es nuestra lengua.

Es decir, son muchas las herencias que tenemos de España y si tomamos en cuenta que la península fue país profundamente católico hasta la segunda mitad del siglo XX pues no es de sorprender que su cultura la integremos a la nuestra, como un hecho natural, para así lograr este mosaico compuesto por la memoria de los usos y costumbres de las grandes culturas previas a la conquista junto con la que traían consigo los propios españoles.

Por ejemplo, mañana domingo, se celebra el día de San Valentín y el origen de esta celebración es justo recordar a este santo quien, en tiempos del Imperio Romano, en el siglo III, era un sacerdote católico que oficiaba en Roma. Cuentan algunas fuentes que en esa época el emperador Claudio II ordenó que cesaran los matrimonios pues pensaba que eran poco productivos, ya que el hombre al casarse adquiría responsabilidades de tipo familiar que resultaban ser un gran distractor de su oficio como solado. Al no casarse, desde el punto de vista del emperador, los hombres romanos eran totalmente libres y, en consecuencia, podrían ejercer su oficio militar con mayor eficacia.

No obstante, y a pesar de que este decreto se había esparcido por todo el Imperio, una pareja convence al sacerdote para que los case. Él movido por su fe y sus creencias, lleva a cabo la ceremonia religiosa, sin importar las consecuencias por desafiar al emperador. El costo fue alto pues el padre Valentín, a pesar de que era un hombre que contaba con prestigio en la ciudad, no logró conmover ni al emperador ni al líder del ejército y fue encarcelado en condiciones por demás vejatorias.

Ya preso se le concede el poder del milagro que obró en la hija del oficial Asterius pues le devolvió la vista después de haber nacido ciega. No resulta difícil imaginar lo que representó esta acción para esa familia y para muchos pobladores. A pesar de haber logrado este milagro, Valentín no libró su destino en la cárcel y mucho menos su martirio y ejecución ordenados por el Emperador el 14 de febrero de 270.

Después de su muerte la niña a quien le devolvió la vista hizo un altar de flores rosadas que resaltaban en la tumba de aquel mártir, quien por su rebeldía ante el decreto del Claudio II se unge como el patrón de los enamorados.

Éste parece ser uno de los orígenes más sólidos de esta festividad más allá de que muchos siglos más tarde, concretamente 1842, Esther A. Howland de origen estadounidense realiza tarjetas postales de San Valentín en donde se muestran corazones y cupidos

Sabemos que las tradiciones se han ido reelaborando y que quizá en este proceso se integran elementos externos. Me explico: la comercialización que se hace de cualquier fecha ya sea laica o religiosa despierta la indignación de muchos. Sin embargo, yo la entendería que es una situación que se da como parte de este mismo proceso del que hablaba líneas arriba. Es decir, el comercio es comercio desde que el hombre se concibe como individuo y de éste invariablemente se sacará provecho de cualquier forma para adquirir un beneficio. Sin duda ésta es una verdad a todas luces, aunque también es cierto que en el fondo de muchas de las celebraciones sí se queda el origen más puro de ellas: que es recordar que existen fechas específicas para recordar que, como en este caso, hubo un hombre de buena voluntad quien fue martirizado y asesinado por su apego a ese amor, el cual vio en esa pareja y que lo hizo a realizar el sacramento que los uniría por siempre y a que él lo inmortalizaría más allá del paso de los siglos.

Nos vemos el otro sábado, si ustedes gustan.

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