El mito de Lula

El mito de Lula
Por:
  • leonardo-nunez

Luiz Inácio Lula da Silva ha sido el presidente más reconocido que ha tenido Brasil en su historia. En la cúspide de su apogeo, incluso Barack Obama lo reconoció como el político más popular del planeta.

Varias son las claves que permiten entender el ascenso de su figura al de una personalidad casi mística. Una es su historia personal. De niño, Lula vivió en la pobreza extrema y realizó toda clase de trabajos, hasta que logró convertirse en obrero, en donde conoció la vida sindical y, desde ahí, comenzó a forjarse como una figura que se oponía al régimen de la dictadura. Después de liderar una multitudinaria huelga de obreros metalúrgicos, terminó en prisión. Al salir, su popularidad lo hizo llegar a la vida política, que lo convirtió en diputado en 1986. Desde ese momento, el reconocimiento de Lula creció y se apuntó a la carrera presidencial en 1989. Perdió. También perdió en 1994 y en 1998. Tuvo que aparecer por cuarta ocasión en la boleta para convertirse en presidente en 2003.

La llegada de la izquierda de Lula al poder coincidió con el boom de los precios de las materias primas, que llevaron a un crecimiento económico sin parangón apuntalado en la producción de carne, cultivos y petróleo. Todos recordamos la amplia cobertura internacional sobre cómo el caso brasileño era el modelo económico del momento, con grandes tasas de crecimiento y modernización incesante. Este período de abundancia permitió construir amplias políticas sociales y programas de redistribución que permitieron que casi 30 millones de brasileños salieran de la pobreza.

Sin embargo, este período de abundancia también llevó al crecimiento explosivo de la corrupción. Varios casos espectaculares han dado muestra de las dimensiones del fenómeno. La investigación del Mensalão mostró la existencia de una gran red de desvío de recursos públicos y financiamiento ilegal que terminaba con dinero entregado a legisladores, ministros de gobierno, funcionarios de partidos políticos, representantes y empresarios beneficiarios de contratos gubernamentales; en el caso del dinero a los representantes, estos apoyos se repartieron para comprar sus votos en varias propuestas clave del gobierno.

Después apareció el caso Lava Jato (lavado de coches), mostró la participación de políticos de todos los partidos, empresarios y funcionarios de la compañía Petrobras para desviar recursos y lavar dinero a una escala sin precedentes, en una investigación que ha terminado con 1,795 procesos judiciales abiertos, 176 convictos, 101 en detención preventiva y 111 más están en detención temporal. De esta investigación surgió el caso internacional de Odebrecht, en donde los sobornos no sólo se repartieron en Brasil y llegaron hasta 12 países más en épocas electorales, incluido México.

Lula es corresponsable de estos tres fenómenos simultáneos: crecimiento económico, reducción dramática de la pobreza e incremento de la corrupción. Por los primeros dos, Lula es la figura mítica de la izquierda, por el tercero, ha sido uno de los cientos de condenados a prisión. Por eso su llegada a la cárcel ha dividido al país: para unos, Lula ha sido el único que se ha preocupado por ellos; para otros, Lula es el responsable de todos los males. Como siempre, la verdad es un punto intermedio.