Entrega a domicilio

Entrega a domicilio
Por:
  • larazon

Carmen Amescua

Si mi abuela me viera haciendo estas cosas se volvería a morir. Seguro.

— ¿Qué tendría que hacer una mujer “de verdad” pidiendo el súper a domicilio en lugar de estar en el mercado? Ella jamás lo hubiera entendido.

La vida son ciclos, unos tan poblados de obligaciones, que lo ideal es aprender a delegar para sobrevivir. Por eso en mi etapa de mamá, compuesta por una hija propia y cinco que llegaron a mi vida con su padre me volví una experta en la detallada labor de los pedidos a domicilio. El asunto fue casi de un día para otro a partir de un velorio donde me tope de frente con aquel viudo (hoy mi ex marido). Meses después estábamos casados. De tener una mesa para dos se convirtió en un comedor de diez. Mi labor era una mezcla de mamá-madrastra-mesera que levantaba comandas mientras checaba que la comida llegara a sus bocas y no a la del perro. Me acuerdo perfecto a mis treinta años parada en la esquina de aquella mesa de caoba interminable con mirada de ping-pong intentado controlarlo todo.

Desde entonces además de aficionarme al té de tila lo hice también del super a la puerta. Consejo; para que funcione el asunto debe ser así. Primero te paseas lentamente por todos los rincones buscando qué te hace falta (la ventaja de no ir es que no terminarás echando al carro antojitos de oferta que no necesitas). Ya que tienes la lista llamas. Pero justamente en la lista está la magia para crear la complicidad que se da entre la señorita del call center y tú. Lograrlo tiene su chiste.

— ¿Quiere usted manzana red delicious o prefiere la starking?— La primera vez que me hicieron esa pregunta me agarraron en curva. Hoy ya no.

— Red delicious por favor señorita- (porque ya aprendí que el grupo de las rojas está constituido por la familia de las Delicious Rojas que ha dado lugar a multitud de variedades). ¿Le mando nopal con espina o sin espinas? ¿Prefiere chapatitas y bolillitos o los de tamaño normal? ¿El plátano Tabasco o Chiapas?

Es un examen, pero conforme uno aprende de variedades y marcas de trapeadores las cosas fluyen. El personal de pedidos sabe distinguir entre un pedidor amateur y uno con amplio conocimiento de causa. Ser lo segundo le confiere a uno autoridad y glamouuuur.

Claro que como en toda relación de años hago mis berrinches, reclamo y me enojo cuando se equivocan. Como en toda relación de años me han visto en pijama, en vestido de noche, con disfraz de ejecutiva o regresando de correr.

Ellos llevan desde hace quince años un diario detallado de mis hábitos de vida.

Tanto que ayer que fue mi cumpleaños encontré en mi mail una cariñosa felicitación de parte del super entrega a domicilio.

camescua7@hotmail.com

Twitter: @Carmen_Amescua