Guerra michoacana en horario estelar

Guerra michoacana en horario estelar
Por:
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Salvador Camarena

A doce días de cumplirse un año de la presidencia de Enrique Peña Nieto, el noticiario más importante de la televisión mexicana abrió este lunes con un reporte desde Michoacán realizado por los periodistas Cecilia Reynoso y Adrián Tinoco, del equipo de Punto de Partida, de Denise Maerker. Joaquín López Dóriga mostró en su espacio informativo imágenes sobre “el avance” de las autodefensas rumbo a Tancítaro, municipio al que iban a “liberar” de criminales.

Las escenas presentadas por Reynoso y Tinoco no pueden ser más elocuentes y perturbadoras. Hombres armados con fusiles de asalto avanzan en caravana, reciben un “pitazo” sobre la presencia de adversarios, y es cuestión de minutos antes de que el ruido seco de los balazos, muchos balazos, lo sature todo. Tras la refriega, el líder de la operación, el doctor José Manuel Mireles, lanza una advertencia: “Las autodefensas no vamos a parar hasta que Michoacán no esté libre de criminales de cualquier cártel”.

Ojalá doce meses después del fin del sexenio de Felipe Calderón pudiéramos escribir que Michoacán está igual que hace un año. Pero no es así. Está peor que nunca. El supuesto cambio de la estrategia gubernamental ahí no ha servido de nada. Y entendible como pueda ser el hartazgo popular ante la violencia de Los Templarios, la expansión de las autodefensas es una pésima noticia.

Estamos ante una especie de siniestra repetición de la tragedia michoacana.

En su libro Historia del Narcotráfico en México (Aguilar, 2013), el ex director del CISEN Guillermo Valdés Castellanos, apunta que el surgimiento de La Familia se dio cuando “los michoacanos que colaboraban con Los Zetas decidieron que era necesario hacer algo para modificar el esquema de la criminalidad. Se rebelaron contra sus jefes, se presentaron como una organización nueva, La Familia, y le declararon la guerra a Los Zetas para expulsarlos de Michoacán”.

Valdés Castellanos subraya que La Familia se presentó en 2006 mediante actos criminales (como las cabezas arrojadas en un bar de Uruapan), pero igual de importante es que también recurrieron a la publicación de desplegados en los diarios locales. En esos comunicados prometían a los michoacanos restablecer el orden y no meterse con “gente inocente”.

Ayer en el noticiario radiofónico de Pepe Cárdenas, Mireles aceptó que hace años él y sus vecinos de Tepalcatepec cometieron el “estúpido error de aceptar la ayuda del grupo de La Familia Michoacana” para quitarse de encima el yugo de Los Zetas, sólo para descubrir lo que todo mundo ya sabe, que La Familia pasó de “defensor” a verdugo.

Por la disposición mostrada hasta ahora a cooperar con algunas autoridades civiles y castrenses, las autodefensas no pueden ser comparadas con los templarios. No hay testimonio de que se dediquen al narcotráfico y los supuestos nexos con el cártel Jalisco Nueva Generación no han sido probados por la autoridad.

Pero que con el paso del tiempo las autodefensas hayan ampliado su poder, área de influencia y visibilidad habla de una realidad y un peligro. La realidad es que en Michoacán hay una guerra entre civiles que el gobierno federal no ha podido o querido detener. Y el peligro es que las autodefensas terminen por convertirse en un nuevo grupo criminal.

Los michoacanos se están matando entre ellos. ¿Así se decía en el anterior sexenio, no? “Se matan entre ellos”. La novedad es que una de las partes ha decidido librar esta batalla a cara limpia, y con entrevistas a medios nacionales e internacionales. Un año después del nuevo gobierno estamos ante una guerra en casa en horario estelar. Vaya balance.

salvador.camarena@razon.mx

Twitter: @salcamarena