Karl Marx, tan viejo como nuestra Independencia

Karl Marx, tan viejo como nuestra Independencia
Por:
  • julian_andrade

Karl Marx fue más celebrado que leído. A 200 años de su nacimiento no deja de asombrar cómo influyó en el mundo y en la izquierda. Publicó el Manifiesto Comunista a los 30 años y El Capital a los 49 años.

Pero, quizá, la proyección más acabada de su obra, aunque esto no sea justo, sea el equívoco del socialismo real.

Conocedor del capitalismo como pocos, descubrió la mecánica interna que llevaría a su perfeccionamiento y posterior destrucción.

No fue así, hoy lo sabemos, porque la economía socialista no atentó contra el modo de producción capitalista, sino contra la realidad misma.

El socialismo, sin embargo, de la mano del marxismo, sedujo a la mayoría de los intelectuales más dotados e interesantes del siglo XX. Por ceguera de taller o conveniencia, esquivaron lo que ocurría en Europa Central y en China, en el tema de las libertades, y trataron de adaptar la ilusión a las sociedades occidentales.

Como en tantas cosas, mi generación llegó tarde al marxismo. Cuando apenas iniciábamos en la política se cayó el muro de Berlín y se desintegró la Unión Soviética.

Lo que vimos, después del naufragio, no le podía gustar a nadie, y sus estragos aún perduran.

Hoy no queda sino el reflejo de los poderes burocráticos y los nuevos ricos que surgieron de los sótanos de las policías políticas y de grupos mafiosos que eran los únicos capaces de almacenar recursos en un ambiente donde la escasez era lo común.

La izquierda mexicana, y en particular el PCM, nunca tuvo una relación muy cercana con Moscú, sobre todo a partir de la invasión a Checoslovaquia, en los años sesenta. Estaban en su órbita, pero no necesariamente navegaban como le habría gustado a la nomenclatura y a sus viejos líderes.

Marx jugaba un papel importante y sacarlo de los pedestales casi religiosos fue una tarea impresionante, que tuvo uno de sus momentos culminantes en el XX Congreso del PCM, sin lo cual no se explicaría la evolución posterior a partidos comprometidos con la democracia y sus reglas.

Es más, los esfuerzos socialdemócratas no son concebibles sin el pasado marxista y sin la agenda que se colocó alrededor de temas como la justicia y la igualdad.

Era la construcción de una utopía, que vista y reflexionada décadas después, cobra toda su importancia.

Suena a un asunto antiguo y más ante una constelación política carente de referentes, en donde la izquierda mexicana parece extraviada, al grado de que no tendrá candidato en la boleta electoral porque se sumó al populismo conservador o a la derecha pueblerina.

Sin embargo es actual, por todo que puede implicar, si tomamos en cuenta que Marx es tan viejo como la Independencia y tan joven como nuestra Revolución.