La estrategia Narro: diálogo e impunidad

La estrategia Narro: diálogo e impunidad
Por:
  • larazon

Elisa Alanís.

Le salió bien al rector de la UNAM, José Narro Robles, no moverse. Esperar 12 días y aguantar.

Pero no se sabe si, de igual manera, fue lo mejor para la sociedad.

Finalmente ayer, el grupo de estudiantes y personas encapuchadas que mantenía tomada la Rectoría desalojaron Ciudad Universitaria. Todo, en una operación hormiga. Durante la madrugada se retiraron poco a poco y sin hacer mayores aspavientos.

Los jóvenes con pasamontañas y paliacates sabían de las investigaciones en su contra y buscaban también una salida. Esta se dio por la puerta trasera. Por la puerta de la negociación pero también de la tolerancia a actos vandálicos.

El Secretario de Gobernación, el Rector de la UNAM, el Comisionado Nacional de Seguridad, el Procurador General de la República y los paristas se hicieron de la vista gorda privilegiando el diálogo y la negociación.

El diálogo tiene un lugar fundamental en la democracia pero siempre dentro del Estado de Derecho. Si no es así, se llama, cuando menos, impunidad.

Es difícil pensar que ahora se actuará en contra de los responsables de hechos delictivos cometidos en la universidad, cuando en su momento ante actos flagrantes las autoridades optaron por la pasividad.

Los discursos de José Narro encierran contradicciones, condenan los actos pero temen encausarlos por la vía legal: “En ningún momento buscamos judicializar o criminalizar la protesta…”. Sin embargo, los crímenes ya se habían cometido independientemente de la voluntad del Rector y de las demandas de la protesta.

Queda un sabor agridulce, amargo. De manera pacífica, pero también impune, Narro logró que se fueran los paristas presuntos responsables.

Y es que evitó lo que quería a toda costa: que lo identificaran como la figura que permitió y solicitó la entrada de la fuerza pública a la UNAM. Es un tema tabú por más apegado a derecho que esté. Y su miedo llegó hasta la posibilidad de volverse impopular y perder el puesto. Los frágiles equilibrios políticos e ideológicos al interior de la Universidad Nacional. Primero omiso y débil antes que represor.

Horas después de la recuperación de la Rectoría, el gobierno del DF mandó a sus policías a ser golpeados y a ser testigos de cómo hacían pintas frente a ellos. Y en la retaguardia envió al grupo de limpieza y pintura para no dejar evidencia del delito.

Por lo visto, es la misma tónica que se está aplicando por parte de la autoridad en todos los niveles de gobierno con distintos grupos. Llámense los maestros de Guerrero, las autodefensas, los estudiantes encapuchados, los manifestantes sin rostro del 1 de diciembre y del 1 de mayo y, de acuerdo con los periódicos norteamericanos de los últimos días, hasta la delincuencia organizada.

¿Cuántos diálogos alcanzan en estas condiciones para mantener la paz?

¿Cuántas excepciones aguanta el Estado de Derecho?

¿Hay suficientes brigadas de limpieza para borrar el pasado?

elisa.alanis@3.80.3.65

Twitter: @elisaalanis