La mejor política hacia Cuba

La mejor política hacia Cuba
Por:
  • rafaelr-columnista

Se espera en las próximas horas un anuncio, desde Miami, de la nueva política hacia Cuba de la administración de Donald Trump. El anuncio podría coincidir con la reunión de los presidentes del Triángulo Norte de Centroamérica, Salvador Sánchez Cerén de El Salvador, Juan Orlando Hernández de Honduras y Jimmy Morales de Guatemala, con el vicepresidente de Estados Unidos Mike Pence y algún representante del gobierno mexicano.

Si Pence conversara con esos líderes centroamericanos sobre la nueva política de Washington hacia Cuba, recibiría la recomendación de mantener e, incluso, profundizar la estrategia de normalización diplomática del presidente Barack Obama entre 2014 y 2016. Como se comprobó en la séptima Cumbre de las Américas en Panamá, esa política cuenta con el respaldo de todos los gobiernos del hemisferio, desde Canadá hasta Argentina.

En menos de un año, Trump deberá reunirse con los presidentes latinoamericanos en la octava Cumbre de las Américas, en Lima, exactamente en marzo de 2018, a un mes de la proyectada sucesión de poderes en Cuba. Si en los próximos meses, intentando retribuir el apoyo de la clase política cubanoamericana, el mandatario produce un verdadero retroceso en las relaciones con Cuba, la comunidad latinoamericana se lo reclamará. La cuestión cubana podría sumarse a los múltiples diferendos que Trump acumulará para entonces con la región.

Aunque las últimas declaraciones del Secretario de Estado, Rex Tillerson, rebajan las expectativas de un giro radical a la estrategia de Obama, cualquier medida que se tome para desalentar el turismo, los viajes, las remesas o las pocas inversiones será contraproducente. Si el interés de la nueva administración es enfrentar, como dice Tillerson, el tema de la represión o la falta de democracia, el camino correcto, como se comprobó en 54 años, no es el embargo comercial o el aislamiento de Cuba.

Trump carece de legitimidad en el tema de los derechos humanos a nivel global. Mucho más a tono con su filosofía es una política aislacionista, que, como parecía indicar hasta ahora, coloca a Cuba fuera de las prioridades del Departamento de Estado. Dada la constancia y la intensidad de las medidas de Obama en relación con la isla, durante su segundo mandato, el retraimiento de la nueva administración ya es, de por sí, un cambio. El nuevo presidente no tendría que hacer muchos esfuerzos para diferenciarse de su antecesor en ese y otros temas.

Es superficial la idea de que la actual política hacia Cuba satisface plenamente a la cúpula del régimen. Bastaría una lectura atenta de Granma y Cubadebate, donde en los últimos meses hemos presenciado una auténtica cruzada contra el “centrismo” y el “reformismo” internos, como amenazas tan o más inminentes que la propia oposición, para convencernos de que la franja inmovilista del poder cubano está buscando cualquier pretexto para dar marcha atrás a las reformas y atizar el conflicto con Estados Unidos.

rafael.rojas@3.80.3.65