La noche de Iguala

La noche de Iguala
Por:
  • larazon

Luciano Pascoe

Nadie debiese asumir que tiene la capacidad, y mucho menos el derecho, de silenciar a otro. Cada vez que alguien demuestra una pretensión de censura desde el Estado o desde la derecha, no faltan los artículos, cartas y mensajes en redes sociales en defensa de la libertad de expresión; todos ellos tienen razón en defender el derecho a decir lo que uno piensa. Bueno, pues los mismos que han defendido a los que han sido acallados, hoy quieren amordazar.

El más reciente caso de llamados a la censura está en el estreno en salas cinematográficas. Se trata de la película La noche de Iguala, que ha recibido críticas por su versión de lo que sucedió, resultado de una investigación sobre el 26 de septiembre de 2014, cuando desaparecieron 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa.

Lo que Jorge Fernández Menéndez y Raúl Quintanilla plantean en su cinta, es que los jóvenes fueron secuestrados, asesinados y sus cuerpos incinerados; que hubo una serie de complicidades de autoridades y policías locales con el crimen organizado, que permitieron que sucedieran estos hechos.

El relato no considera otras posturas o datos como las conclusiones del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), que rebaten algo de lo planteado por la PGR cuando Jesús Murillo Karam era su titular. Las conclusiones del GIEI se presentaron después de haber terminado el filme así como la detención

de “el cabo” Gil.

El largometraje La noche de Iguala  da con una versión de lo sucedido que puede gustar a unos y disgustar a otros. Pero a ciencia cierta, lo sucedido en Iguala es todavía tan obscuro que, para llegar a la verdad, habrá de pasar tiempo y, quizá entonces, tampoco convenza a todos. El 68 aún logra versiones opuestas, la cifra de muertos del sismo del 85 y el suicido de Allende, tienen múltiples verdades históricas.

A pesar de todo, hay voces que desde una autoadjudicación de la verdad, con la ceja alzada, claman por censurar algo que no coincide con su forma de ver la vida y, entonces, la libertad de expresión ya no tiene cabida.

Con llamados en prensa o convocatorias a firmar en un sitio web buscan acallar lo que un periodista concluyó.

Sus argumentos de que la cancelación de La noche de Iguala permitirá que prevalezca la verdad, muestra de cuerpo completo la intolerancia a la divergencia.

Quedan muchas preguntas por responder sobre lo que pasó en Guerrero, como la participación de distintos bandos del crimen organizado, su alcance en los círculos de poder municipal, estatal y federal; hasta dónde han infiltrado a los cuerpos de seguridad o la misma Normal; cuánto participó Abarca, si Aguirre tuvo conocimiento, si fueron omisos o asesinos.

La verdad está en proceso de construcción. Desechar una versión porque no coincide con lo que dice otra es válido, pero exigirle silencio no debe serlo. La censura no puede tener cabida, no desde el Estado y menos

desde la sociedad.

En todo caso hay que ir a ver la cinta y formar una opinión. No prohibirla.

luciano.pascoe@gmail.com

Twitter: @lucianopascoe