La ONU, camino de fraternidad y de paz mundial

La ONU, camino de fraternidad y de paz mundial
Por:
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Eugenio Lira Rugarcía

El 24 de octubre celebramos el día de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que nació en 1945 —después del horror de la II Guerra Mundial— con el objetivo de promover la paz, la justicia, el desarrollo, la asistencia humanitaria y la colaboración entre los pueblos de toda la Tierra, sobre la base de los derechos y los deberes innatos de toda persona, su dignidad y su libertad.

Ya desde el siglo XV, cuando se desarrollaba el concepto de Estados nacionales soberanos, Francisco de Vitoria describió el principio de “responsabilidad de proteger” –considerado por el antiguo ius gentium fundamento de toda actuación de los gobernantes hacia los gobernados–, como un aspecto de la razón natural compartida por todas las Naciones, y como el resultado de un orden internacional cuya tarea era regular las relaciones entre los pueblos. Por ello, este fraile dominico es calificado como precursor de la idea de las Naciones Unidas.

Teniendo en cuenta que la humanidad dispone hoy de instrumentos cada vez más poderosos, capaces de llevar tanto a la ruina como a las más altas conquistas, Pablo VI, el primer Papa en visitar la ONU, afirmó que el edificio de la civilización moderna sólo puede levantarse y sostenerse sobre principios espirituales, que provienen de Dios .

Con esta convicción, Juan Pablo II, en su discurso a la ONU, hizo notar que la ley moral universal, escrita en el corazón humano, es una especie de “gramática” que sirve al mundo para afrontar la discusión sobre su mismo futuro. “Separada de la verdad de la persona humana –dijo–, la libertad decae en la vida individual en libertinaje y en la vida política, en la arbitrariedad de los más fuertes y en la arrogancia del poder”.

Por eso Benedicto XVI, al tiempo de afirmar que los derechos humanos no pueden separarse de la dimensión ética y racional, destacó ante la ONU que su promoción “sigue siendo la estrategia más eficaz para extirpar las desigualdades entre países y grupos sociales, así como para aumentar la seguridad”.

¿Qué sucede cuando los derechos son concebidos únicamente como el producto de una ley? Que, como hizo notar Francisco a la ONU, el panorama mundial se plaga de falsos derechos que provocan el crecimiento de víctimas de un mal ejercicio del poder: el vasto mundo de personas excluidas, y un medio ambiente sobreexplotado y contaminado.

Frente a esta dramática y peligrosa situación, el Papa afirmó: “La defensa del ambiente y la lucha contra la exclusión exigen el reconocimiento de una ley moral inscrita en la propia naturaleza humana, que comprende la distinción natural entre hombre y mujer, y el absoluto respeto de la vida en todas sus etapas y dimensiones”.

Comprometiéndonos en este esfuerzo, podremos encarar los retos actuales de seguridad, desarrollo, protección del medio ambiente y reducción de las desigualdades locales y globales, para hacer realidad el ideal de justicia, de paz y de fraternidad universal.

*Obispo auxiliar de Puebla y secretario general de la CEM

Twitter: @MonsLira