La piratería en México

La piratería en México
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Tips Empresariales

Por Cesar Pérez Orozco

En muchas ocasiones hemos escuchado el viejo refrán “el hábito no hace al monje”, sin embargo el problema de la piratería en México parece indicar que en este caso, el hábito sí hizo al monje. Enfocando el término a los hábitos de consumo, al parecer no importa el poder adquisitivo del sujeto. El problema parece ser más cultural y de malos hábitos.

El Acuerdo Nacional contra la Piratería suscrito en 2006 señala que por piratería debe entenderse toda aquella producción, reproducción, importación, comercialización, venta, almacenamiento, transportación, arrendamiento, distribución y puesta a disposición de bienes o productos en contravención a lo establecido en la Ley Federal de Derechos de Autor y en la Ley de la Propiedad Industrial.

Sin embargo, por más reglas y protecciones legales, aparentemente la única barrera temporal para que un pirata actúe son las limitaciones o “candados” tecnológicos o físicos. Una vez liberado un producto, el proceso de copia es relativamente sencillo, y qué decir de su distribución que impunemente observamos en todo el país.

La piratería es un fenómeno complejo porque no se presenta en forma aislada, siempre va acompañado de otros delitos que van desde el robo de la propiedad per-se, la corrupción (de servidores públicos y entre privados), la venta en el mercado informal e inclusive la comisión de hechos ilícitos graves perpetrados para que el producto pueda llegar a sus manos. La piratería se ha logrado infiltrar al ámbito común de vida y el ciudadano promedio tiene conciencia de que es algo ilegal pero acepta el hecho sin recato.

 Tipos de piratería. No sólo existe la piratería de productos; también existe la de servicios. Por ejemplo, a través del uso de documentos apócrifos son usurpadas profesiones por sujetos que a través de un título falso ejercen un trabajo para el cual no están capacitados.

Hay también opiniones divididas sobre los bienes intangibles, la definición de lo que es información o material del dominio público y la información o material que al reproducirse, se vuelve un acto de piratería. Como muestra de ello tenemos la gran polémica causada por la propuesta de Ley SOPA (Stop Online Piracy Act) en Estados Unidos.

Los resultados de la Cuarta Encuesta de Hábitos de Consumo de Productos Pirata y Falsificados publicada por la American Chamber en su capítulo de México en septiembre de 2011, indican que 8 de cada 10 personas declararon haber comprado productos pirata, siendo las principales causas el bajo costo de los productos y la facilidad para encontrarlos (en tianguis/mercados en un 63% de los casos).

Si el 30% de las compañías “no sabe” si ha utilizado algún bien o servicio que no cubre los derechos de propiedad, es muy probable que no tengan políticas claras ni procedimientos de monitoreo que les ayuden a evitar y disuadir este tipo de actos entre sus empleados.

El combate a la piratería requiere de la participación de diferentes actores de la sociedad: de las empresas para que desarrollen planes de prevención con capítulos específicos antipiratería, del gobierno para la aplicación estricta y oportuna de leyes, y de la participación proactiva del ciudadano común. Se deben cambiar los malos hábitos, dejar de justificar las malas acciones y generar un cambio de cultura en pro de la legalidad.

Así es que, la próxima vez que compre un producto pirata fíjese bien en la cara del vendedor, no sea que mañana el médico que atiende a su familia sea un vendedor informal que se convirtió en tal de la noche a la mañana, y entonces su salud no dependerá de la calidad de la copia o si es el “clon” del original, ¿verdad? Entonces ¿está de acuerdo en que a veces, el hábito sí hace al monje?

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