La revolución venezolana madura

La revolución venezolana madura
Por:
  • larazon

Emilio Sánchez Santiago

Dedicado a mi amigo Alfredo Carvallo

Lo que ha ocurrido políticamente en Venezuela en los últimos tres lustros se debe catalogar como una revolución. No ha sido una revolución sangrienta como la mexicana, pero sí ha sido una revolución que ha derribado paradigmas económicos y políticos que presidieron la vida de los venezolanos en la segunda mitad del siglo XX.

El Comandante Hugo Chávez pasará a la historia latinoamericana como un político emblemático, como un líder popular, y como un transformador de la realidad de su país. El Sr. Chávez seguirá siendo para muchos venezolanos, un continuador de la obra libertaria de Simón Bolívar, y un luchador social que protegió a las clases económicamente débiles.

En su fervor ideológico, y quizás acosado por opositores nacionales y extranjeros, reales y figurados, el Comandante Chávez instituyó políticas económicas y sociales, destinadas a favorecer al pueblo pobre.

Adicionalmente, el Comandante Presidente concedió términos muy suaves de compra de petróleo, a gobiernos latinoamericanos, los que a su vez, se alinearon políticamente al Chavismo.

Lo anterior dio al Sr. Chávez: 1) votos del pueblo venezolano para mantenerse en el poder a través de elecciones periódicas, y 2) votos de los gobiernos latinoamericanos en los foros internacionales.

Con la muerte del Comandante Chávez, y la subsecuente ascensión al poder de Nicolás Maduro, se presenta la oportunidad para que los herederos de Chávez, revisen la conveniencia y factibilidad de sostener diversas políticas y prácticas gubernamentales que han sido impuestas por la corriente chavista en los últimos 15 años.

Sería ingenuo imaginar que el Presidente Nicolás Maduro dé marcha atrás en materia de ideología y posicionamiento internacional. Hugo Chávez continuará siendo el faro que guíe a Maduro durante su mandato, y las fuerzas políticas del Chavismo seguirán legitimando y sosteniendo a su gobierno. Sin embargo, no es ingenuo imaginar que el Presidente Maduro modifique algunas políticas que están dando resultados insatisfactorios para la propia revolución chavista.

 Venezuela necesita aumentar su producción interna de bienes y servicios, y elevar la productividad de su planta productiva. Ambos conceptos, producción y productividad, se han visto afectados por una serie de políticas tales como los controles de precios, subsidios insostenibles en ciertas áreas, las nacionalizaciones, el control cambiario, y la hostilidad hacia el sector privado (nacional y extranjero). Estas políticas han provocado, como en otros países que las han implantado, merma de la producción y baja productividad.

El colapso del régimen político y económico de la Unión Soviética, debería ser ejemplo suficiente, para convencer a la “nomenclatura chavista” que los controles de precios de los bienes y servicios están destinados al fracaso.

El Presidente Maduro tiene la oportunidad histórica de darle continuidad al proyecto chavista, a través de políticas que fomenten la inversión privada, tanto nacional como extranjera. La inversión de capital privado, es el verdadero motor de la creación de empleos permanentes en una economía.

Basta abrir los ojos y voltear la mirada a China para darse cuenta de los efectos económicos que provoca la inversión privada.

Sería absurdo sugerir que el gobierno venezolano claudique en sus principios ideológicos; sin embargo, modificar políticas económicas que no están dando resultados, no es una claudicación, sino la maduración de una revolución inteligente. Ninguna revolución puede sostenerse democráticamente en un ambiente de inflación, desabasto, y desaliento de la inversión privada.

emsanchez@prodigy.net.mx