¿La solución siria nació en Kazajistán?
Cuando Turquía, Irán y Rusia firmaron un acuerdo sobre un mecanismo para vigilar y garantizar la durabilidad del alto al fuego planteado a finales de diciembre anterior e impedir cualquier provocación por parte de los involucrados en el conflicto, entendiendo que la solución a esta larga guerra no era militar, se sentaron las bases para la recién concluida conferencia de paz celebrada los pasados lunes y martes en Astana la capital de Kazajistán.
Ésta se considera una oportunidad histórica al romper la barrera de hielo entre el régimen de Damasco y la oposición siria, abriendo el camino a una nueva era y creando una base sólida para un nuevo encuentro en Ginebra el próximo 8 de febrero. Sin duda este acuerdo dio algo de esperanza a los sirios.
Rusia y Turquía, que en un principio fueron los patrocinadores de esta conferencia, entendieron que debían incluir también a Irán el cual tiene mucho peso en la región además de estar involucrado en el conflicto, participación que en un principio no contaba con la aprobación de la oposición siria.
Putin aprovechó el ingreso de la nueva administración norteamericana para dar este paso importante. Lo primero que hizo fue identificar a las partes principales involucradas en el conflicto a escala nacional, regional e internacional, quién tendrá un rol positivo y los que ponen obstáculo para cualquier solución; luego se enfocó en diferenciar entre las partes beligerantes a la oposición armada, a los terroristas y los políticos exiliados.
El presidente norteamericano saliente Barak Obama tardó para intervenir y no tuvo una visión clara sobre el conflicto y sobre el futuro de Siria, dejando el camino libre a Rusia. Esta situación la aprovechó Putin para pasar de observador neutral a jugar un papel protagónico que desembocó en el actual alto al fuego entre las partes en conflicto con Damasco y Teherán, por un lado, y Turquía y la oposición armada, por el otro. Incluso Moscú está tomando una postura mucho más comprometida que meros intermediarios cuando la delegación rusa entregó un nuevo proyecto de constitución para Siria, editado por expertos rusos a la oposición para que presente sus opiniones sobre ello.
Parece que las partes en conflicto que ayer eran enemigos acérrimos –Turquía y la oposición armada, por un lado; y el régimen sirio e Irán por otro– han encontrado un objetivo común y se han aliado para combatir a un mismo enemigo: los grupos radicales.
¿Existe la posibilidad de una cooperación entre las tropas del régimen y la oposición en la guerra contra los grupos radicales como el llamado Estado Islámico y Frente al Nusra? Es muy posible. Esperemos que aquellos países árabes y occidentales que hundieron el país en sangre y deformaron la revolución siria y a los que no se les dio participación en Astana no intenten hacer fracasar el acuerdo logrado, dando más apoyo armamentista y logístico a los grupos radicales porque se estarán enfrentando a Rusia y a sus aliados.
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