La tentación de la trampa

La tentación de la trampa
Por:
  • larazon

Luciano Pascoe

Comenzó una nueva temporada de la NFL y, para quienes seguimos con dedicación el futbol americano, el jueves marcó el inicio de una gran época del año en la que por 22 semanas se juega el

deporte de manera profesional.

Los Patriotas de Nueva Inglaterra, un equipo menor hasta hace quince años, fue campeones en la última temporada por cuarta vez en su historia en un juego que quedará marcado por

haber hecho trampa.

Por si usted no lo sabe, la presión de los balones con que se juega el futbol americano debe estar entre ciertos rangos para que se mantenga la misma forma y características para todos, pero el equipo de Nueva Inglaterra fue descubierto usando balones desinflados, obteniendo

una ventaja ilegal.

El quarterback, el jugador emblema y uno de los poseedores de varias marcas en la liga, quien habría pasado a la historia como una estrella impoluta por su juego, cayó en la tentación e hizo trampa.

Tom Brady pasó de ser una insignia de los Patriotas estadounidenses a estar bajo la lupa por faltar a las reglas. El proceso obligó a la liga a hacer una investigación profunda y el resultado fue que él sabía que los balones estaban desinflados, por lo que fue suspendido cuatro partidos, para algunos la sanción era insuficiente y para otros, como su equipo y

aficionados, demasiada.

La judicialización llegó a las cortes y Brady obtuvo una sentencia favorable que logró revocar la suspensión. Este jueves jugó y tiró cuatro pases de anotación para seguir incrementando sus marcas.

El futbol americano es un deporte y podría quedarse ahí, pero es una actividad profundamente lucrativa. Millones de dólares se desembolsan cada año en transferencias de jugadores, sueldos, patrocinios y derechos de transmisión. El último Super Bowl, por ejemplo, fue el evento más visto en la historia de la televisión. Imagine usted lo que eso vale.

Los primeros títulos llegaron entre 2002 y 2005. Muy poco tiempo después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, la NFL tenía en los Patriotas una poderosa y casi imbatible escuadra. Las de entonces, como ahora, sus victorias estuvieron bajo investigación. Fue poco conocido el caso de espionaje que la liga armó en contra de Nueva Inglaterra pero hoy el tema ha resurgido.

En 2008 hubo una reunión de emergencia entre los dueños y entrenadores de los equipos con el comisionado, la autoridad máxima de la liga, para tratar un tema del que la prensa, debido a la secrecía obligada, ha podido publicar

muy poco: el espionaje.

La NFL descubrió que entre los años 2000 y 2008, los Patriotas grabaron ilegalmente las señales de las defensivas rivales; las archivaron y clasificaron para leerlas y adelantarse a ellas; se aprovecharon de otra ventaja ilegal.

Pero, en lugar de imponer una sanción ejemplar, el recientemente nombrado comisionado Roger Goodell se limitó a exigir que se destruyera el archivo de video y multó con menos de un millón de dólares al dueño y su equipo, poco más que una amonestación, si se considera el dinero que se mueve.

El corto talante del comisionado no bastó en 2008 para desincentivar las trampas, bloqueó una investigación legislativa en esa época, y los Patriotas reincidieron este año; él fue quien impuso la sanción de cuatro partidos a Brady y él fue quien perdió el proceso

judicial que la revocó.

Demasiado tarde el árbitro intentó enmendar sus fallas de hace siete años. Hoy, él no proyecta autoridad, la liga está cuestionada y el campeón bajo sospecha.

En el deporte, como en cualquier otra actividad humana, seguir las reglas es indispensable para que exista confianza del resultado tanto para los actores involucrados como para los espectadores.

Ahora que volvió la NFL con este lastre, no se ve mucha diferencia con lo que sucede en la vida política de nuestro país.

Los cuestionamientos sobre una institución tan sólida como la NFL no son menores; imagine usted lo que romper las reglas de manera reiterada ocasiona sobre un partido político, el que sea, excepto para sus integrantes y seguidores.

Aquellos que penden sobre el comisionado también significan una alerta. No menor, siguiendo el ejemplo, a los que recibió el IFE (hoy INE).

Si esperamos confianza sobre el resultado de la próxima contienda (deportiva en 2016 o electoral en 2018), los actores —jugadores y equipos o candidatos y partidos— deben comprometerse a seguir las reglas; si no, los triunfos serán vacíos.

La tentación de burlar la ley está vigente, pero el futuro depende de que quienes pueden hacerlo no lo hagan, y que los encargados de hacer cumplir las normas no lo permitan. No importa si son deportivas o electorales.

luciano.pascoe@gmail.com

Twitter: @lucianopascoe