La triada de Quetzalcóatl

La triada de Quetzalcóatl
Por:
  • larazon

Claudia Guillén

Dentro de la literatura náhuatl se pueden observar diferentes elementos que conforman su estructura y que la dotan de un carácter literario. Como parte de sus recursos estilísticos podemos encontrar dentro de sus textos, tanto en prosa como en verso, la utilización del difrasismo. Este sistema de expresión se trata de un concepto de dos términos que parcialmente pueden ser sinónimos. En nuestro contexto se referiría a frases como “sin ton ni son” y “a tontas y locas”, por poner un ejemplo. Estas formas representarían una suerte de analogía con la expresión de lenguaje elevado en náhuatl.

De igual forma, dentro de los recursos estilísticos que podemos encontrar en estas literaturas precolombinas es el “paralelismo”, que se refiere al medio de repetición del lenguaje de un mismo pensamiento variando sus términos, o las formas verbales. En muchos casos, podemos observar en esta modalidad estilística, la visión de un oscuro pensamiento a partir de la variedad de sentidos que adopta la expresión, por lo cual se infiere en varias significaciones complejas.

Es importante destacar, que en el caso de la poesía náhuatl, también, encontramos el recurso estilístico del estribillo, que se refiere a cada una de las etapas del pensamiento lírico que se cierra con la repetición de un mismo complejo de imágenes. El cosmos de la cultura náhuatl estaba integrado por la danza, la música y la poesía. Incluso a la expresión poética se le consideraba como una síntesis coherente de estos tres elementos. De ahí la importancia de considerar los ritmos y sonidos que acompañaban a la poesía. En la lengua náhuatl se utiliza cuícatl para nombrar un poema, que a su vez también significa canto, música o canción.

Al referirnos a las flores, éstas representaban un constante término de comparación en los cantos líricos y aún en los que no lo son: se hallan flores determinadas y específicas que, dependiendo del contexto al que estén adscritas, poseerán diferentes cualidades. Los poetas de Anáhuac utilizaban el ixquixochitl, el yexochitl, el tlapalizquixochitl, el tonacaxohitl, flores olientes o bien rojas.

Con relación a la aves, éstas se presentan como imágenes recurrentes de comparación utilizadas por los poetas, en las más de las ocasiones, por su canto y también por el colorido de su plumaje. El quetzal, el tzinizcan, el quechol, el xiuhquéchol, el zácuan son las aves representativas en esta poesía

El tercer elemento de comparación son las piedras preciosas. Gemas y Turquesas resaltan por su color y brillo como un recurso de comparación. En el caso de las gemas, éstas representan algunas veces el emblema de lo durable de lo valioso, a veces también, simbolizan lo bello. De vez en vez, cuando se agrega el oro, éste también se representaba como la expresión de la belleza o el valor.

Sabemos que la figura de Quetzalcóatl es una de las más importantes en la historia prehispánica, dado que en él convergen tres corrientes: la primera le otorga un carácter de un Dios de la misma importancia que las grandes deidades como Tezcatlipoca y Huitzilopochtli. Por ello forma parte natural del grupo de las grandes divinidades creadoras, aspecto particular en el concepto dualista de la religión fundamental. En consecuencia, es un personaje presente en los poemas religiosos que fueron rescatados.

La segunda corriente en la que podemos situarlos es en diversos documentos, y que se le atribuyen a Quetzalcóatl en el origen de la refinada cultura de los toltecas. En este sentido, pertenece a la historia y se ha tratado de

perfilar su fisonomía.

En los documentos literarios que se conocen, se encuentra la tercera faceta de este personaje, en donde se le concede un carácter totalmente histórico: rey y sacerdote de Tula, con hechos que retratan la epopeya que fue elaborada. Sin duda, Quetzalcóatl fue quien influyó más en los cantores como el más humano de sus dioses.

Es importante detenerme en este punto para reflexionar, brevemente, sobre que lo dicho líneas arriba dado que se fundamenta en la visión que los hombres tenían de ellos sus dioses y que corresponden a una suerte de imaginario colectivo, cultural, más que a la realidad histórica de los antiguos mexicanos.

Con relación a las hazañas de este ilustre personaje mítico, podemos referir la que forma parte de los primeros fragmentos de la Leyenda de los Soles. En ellos se habla de la ida de Quetzalcóatl al Dominio de la Muerte, para obtener huesos de los pasados hombres y con ellos reconstruir a la humanidad tras uno de los cataclismos cósmicos, según

la creencia náhuatl.

La dimensión de esta proeza alude también al carácter heroico de Quetzalcóatl pues para realizar esta epopeya él se topa con varias dificultades, como la prueba misteriosa que el rey del más allá le exige. Al cumplir con la petición del rey del más allá se le concede lo solicitado pero se le ponen obstáculos. Los habitantes del reino de la muerte colocan un hoyo para que caiga. Quetzalcóatl cae en él y los huesos se esparcen para que después las codornices los muerdan. Cuando logra levantarse, el héroe recoge los huesos hechos pedazos para subir al mundo y se dirige a la región de las creaciones, Quilaztli, “diosa de la vida vegetal, autora de las legumbres”, remuele los huesos mientras él sacrifica su virilidad para dar vida con la sangre de su pene y así lograr que el mundo resucite.

Asimismo, este héroe mítico va en busca de alimentos para los hombres. La hormiga negra lo guía y la hormiga roja lleva el grano. Así, descubre el maíz, el fríjol y los traslada a Tamoanchan para que los dioses los mastiquen y así hagan de aquellos alimentos una

dieta digna del hombre.

Los rasgos épicos de este personaje se refieren a su vida en Tula pero su historia es mucho más rica, como la de muchos de nuestros antepasados precolombinos.

Nos vemos el otro sábado, si ustedes gustan.

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