Las cartas de la migración y la seguridad

Las cartas de la migración y la seguridad
Por:
  • julian_andrade

Los cuatro candidatos presidenciales coincidieron en condenar las amenazas de Donald Trump y su pretensión de militarizar la frontera (con la Guardia Nacional).

Andrés Manuel López Obrador, José Antonio Meade, Ricardo Anaya y Margarita Zavala, respaldaron los trazos básicos de una agenda que fortalezca la soberanía y la dignidad, ante presiones externas.

Es bueno que esto ocurra, porque la relación con los Estados Unidos es uno de los temas más importantes de la agenda, y la administración de Trump es un riesgo serio para México.

El Senado hizo un pronunciamiento para suspender la cooperación en materia de migración y de seguridad, en tanto continúe una narrativa hostil y muy lejana a la que debe imperar entre países que son socios y con relaciones estratégicas.

El presidente Enrique Peña adelantó que habrá respuestas firmes, pero prefirió esperar a tener mucha mayor claridad sobre lo que puede implicar la militarización fronteriza.

En efecto, con Trump nunca se sabe, porque actúa por impulso y no suele hacer análisis de lo que expresa y de las consecuencias que ello puede tener.

Lo evidente, y ahí México puede jugar sus cartas, es que la migración y la seguridad son dos aspectos muy importantes y de los que dependen no pocas políticas públicas en Estados Unidos.

En septiembre de 2013, la entonces secretaria de Seguridad Interna, Janet Napolitano, viajó a nuestro país. El motivo oficial de los encuentros con funcionarios de la Secretaría de Gobernación y de sus áreas policiales era el de anunciar patrullajes espejo en la frontera norte, que tenían como propósito el garantizar la seguridad, pero también el promover condiciones para un espacio de prosperidad e intercambios comerciales y culturales.

Sin embargo, Napolitano, en la que sería su última misión oficial, ya que había anunciado su retiro, quería viajar a Tapachula, en Chiapas, para hacer las declaratorias desde ahí.

Para la colaboradora de Barack Obama era importante el mostrar, aunque fuera de manera simbólica, que los acuerdos con México alcanzaban los porosos límites territoriales y las rutas de acceso desde Guatemala y Belice. El gobierno de México no aceptó.

Ahí se encuentra uno de los nudos de la relación, y es donde se desenvuelven no pocos de los debates que tienen que ver con la soberanía y con las relaciones que se mantienen con Centroamérica.

Estados Unidos, antes y ahora, insiste en medidas duras para controlar la migración, y desde México se actúa con una mezcla de pragmatismo, en el que no siempre coinciden los avances de nuestra legislación, que protegen a las personas migrantes y las acciones de las autoridades.

Lo que haga o no haga el gobierno mexicano es más importante de lo que se puede pensar. Está ahí una de las claves de nuestra fuerza y hay que utilizarla con inteligencia.