Mirar de frente

Mirar de frente
Por:
  • melissa_trouyet

Manik es un perro amigable y juguetón, va corriendo sobre sus tres patitas hacia quien lo llama y lo llena de lengüetazos. Mirándolo así, libre de miedo y tranquilo, resulta difícil creer la pesadilla que ha vivido las últimas 4 semanas.

Por eso lo nombramos Manik, que significa el fuerte, el sobreviviente en maya. Manik es un perro agradecido, sin complejos, sin embargo lo que se esconde detrás de su historia es el reflejo de la situación de violencia y deshumanización que estamos viviendo como mexicanos y que francamente apuntala a un futuro muy gris si no cambiamos de rumbo.

Cuando vi la imagen de Manik sentí un escalofrío muy profundo. No quería decir lo que sospechaba. Esa noche pernoctó en un albergue y la mañana siguiente fue llevado con un veterinario, quien me confirmó mis peores sospechas: la lesión de su pata trasera izquierda fue provocada intencionalmente con instrumental quirúrgico. Le dejaron el cojinete sin dañar, pero el resto de los músculos y tejidos habían sido “pelados”, dejando sólo el hueso expuesto. Fue hecha con tanta precisión que el perro no se desangró, aun sin suturas. El hueso estaba ya seco, indicando que llevaba semanas así, pero seguía vivo, deambulando con extremo dolor por una colonia con un alto índice de violencia y presencia de bandas delictivas vinculadas al crimen organizado. Se presume que el can fue utilizado para “entrenar” y después replicar la tortura en víctimas humanas.

No es el primer caso que nos llega, algunas otras asociaciones civiles reportan casos similares. Recuerdo el caso reciente del “Violador de Iztacalco”, quien tenía años de continuas denuncias de vecinos por maltratar, violar y matar a numerosos canes, pero las autoridades competentes no actuaban o no encontraban una razón suficiente para intervenir. Cuando finalmente, como resultado de la fuerte presión social y la intervención de una servidora pública, la autoridad actuó, lo que se encontró fue terrorífico: animales destrozados por dentro consecuencia del abuso sexual, perros ciegos a causa de los golpes, con heridas graves y lesiones viejas, e incluso cadáveres. La crueldad con que han sido tratados y continúan siendo tratados Manik e innumerables víctimas me deja sin habla y casi sin esperanza. No sólo me llena de ira lo que sufren estos seres sin voz, sino las implicaciones que esto significa en nuestra sociedad me dejan fría.

Por una parte está comprobado que la violencia contra los animales está íntimamente ligada con violencia contra los humanos. A veces una escala a la otra, y en otras ocasiones son parte del mismo círculo vicioso. Las autoridades en ocasiones no intervienen por falta de un andamiaje legal eficaz que sustente su actuación. Concuerdo en que ha de ser muy frustrante que la mayoría de las veces salga libre el agresor, pagando una fianza de risa, en el mejor de los casos. Simplemente no se toma en serio y esto es un grave error. Históricamente como país hemos pecado de tapar el pozo después del niño ahogado... Por otra parte, servidores públicos bien intencionados o con afán de ganarsimpatías (esto a juicio de cada lector), han creado entidades especializadas en accionar con instancias de maltrato como lo es la Brigada de Vigilancia Animal en el DF y la PROPAEM en Edomex.

En el caso de la primera, olvidaron asignarle una partida presupuestal y hasta las croquetas provienen de donativos de la iniciativa privada a una AC que después los canaliza a la Brigada. En el caso de la segunda, no cuenta con instalaciones, así que debe asegurarse que una AC de bienestar animal debidamente autorizada (que ya es complicado, si consideramos que no es tarea fácil estar autorizado, además de que cuesta recursos y conocimiento lograrlo, siendo que la mayoría de los activistas lo hacen por convicción, corazón y como pueden tratar de ganarse la vida) que se haga cargo de los costos veterinarios y del resguardo de los canes que retiren o aseguren. Con tal panorama es sorprendente cuando sí se llevan a cabo aseguramientos. Sin embargo aun asi, lo hacen como pueden. Pero la realidad es inegable, tenemos mucho camino que recorrer para que sean instancias que funcionen para su cometido.

En el caso de la Brigada de Vigilancia Animal carecen de recursos para barbitúricos e incluso como eutanasiar a los animales no sienta bien con la opinión pública, en muchas ocasiones se quedan los animales “rotos”, incluso con huesos expuestos. Esto me parece la hipocresía más vil. En México se matan (porque el término eutanasia se reserva para darle un bien morir a un animal que sufre, no a matar animales que por políticas públicas fallidas e ignorancia social nos estorban) más de 800 mil animales anuales, con base a cifras oficiales, y más de un millón y medio siendo reales. Sin embargo, “no sienta bien” con el publico eutanasiarlos después de retirarlos de atropellamientos en vía pública o de casos graves de maltrato. Animales se quedan agonizando, detrás de bambalinas. ¿Así o más doble cara somos como sociedad? Aclaro que no estoy apoyando una política pública de matanza, pero no concibo rescatar animales para dejarlos agonizando por falta de recursos o por miedo a represalias sociales. Tampoco culpo a los que en estas instancias laboran, al contrario, son de las personas más entregadas y poco reconocidas que conozco. La mayoría lo hace “por amor al arte”.

Mi llamado de atención va para cada uno de nosotros y también para las autoridades. A las autoridades y nuestros servidores públicos para que realmente miren la violencia hacia los animales como parte del circulo de violencia que nos concierne a todos los mexicanos. A esa crueldad e indiferencia que se ha vuelto plaga. Y a cada uno de nosotros por ser apáticos, por preferir echarle la bolita al gobierno, “porque es problema de otros”. No, señores, el México en el que vivimos es producto de autoridades corruptas, de políticas públicas fallidas pero también es producto de indiferencia, desidia y falta de compasión de cada uno de nosotros. Manik caminó semanas en una de las colonias de mayor densidad poblacional sin que nadie se compadeciera de él, a pesar de su aparatoso y doloroso estado. Miles prefirieron mirar para otro lado. Sin embargo, un héroe anónimo lo levantó y buscó apoyo, un albergue lo recibió y a través de una protectora, una asociación se encargó debuscarle el tratamiento adecuado. Éste es el tipo de mexicanos que construirán un México diferente que nos enorgullezca. Quien no es parte de la solución es parte del problema. La decisión está en cada uno de nosotros. Elijamos mirar de frente y a los ojos.

melissa@defensoriaanimal.org

Twitter: @DefAnimalMX