Productividad, no caridad

Productividad, no caridad
Por:
  • larazon

David López Cárdenas

Este lunes el Presidente Enrique Peña puso en marcha el mes de la Cruzada Nacional contra el Hambre en el municipio de Guachochi, Chihuahua, como parte de la estrategia federal para asegurar el derecho alimentario a los 7 millones de mexicanos que padecen pobreza extrema.

Durante décadas la naturaleza paternalista con la que eran concebidos los programas asistenciales impedía la penetración adecuada de las políticas públicas para impactar en los indicadores que reflejan la desigualdad social prevaleciente en nuestro país.

A diferencia de las estrategias temporales e inmediatas implementadas en sexenios anteriores, la Cruzada Nacional contra el Hambre es un esfuerzo transversal entre el sector público y la iniciativa privada que invita al ciudadano a convertirse en agente de su propia superación.

A través de la capacitación y el apoyo para proyectos productivos, esta cruzada remplaza los beneficios a corto plazo por conocimientos técnicos que propicien la generación permanente de ingresos, evitando que la sustentabilidad familiar se supedite a las voluntades gubernamentales.

El reconocimiento a la cruzada es internacional e incluso el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), José Graziano da Silva, la catalogó como un importante programa que incorpora muchas de las recomendaciones realizadas por este organismo al gobierno mexicano.

Aún así, sobran los comentarios pesimistas de aquellos que quieren denostar al Gobierno federal, reduciendo la trascendencia de este programa a simples beneficios electorales sin entender que el hambre genera violencia y no reconoce de posturas políticas.

La voluntad de erradicar la pobreza a través de los medios institucionales que la propia ley permite no puede ser vista como acto de proselitismo político y quien así lo sugiere demuestra la mezquindad de sus ideales al ver como oportunidad un mal que cobra miles de vidas al año.

La experiencia de Brasil nos demuestra que es posible tener efectos de gran calado. Durante el mandato de Luiz Inácio Lula da Silva se logró sacar de la pobreza a 28 millones de habitantes a través de un mecanismo cuyas similitudes son evidentes con la Cruzada Nacional contra el Hambre.

Con la salvedad que representa la diferencia de realidades sociales entre Brasil y México, atender a la población vulnerable por medio de acciones interinstitucionales, apostando por la productividad y no por la caridad, es la única vía para reducir la brecha de desigualdad que tantos estragos causa a nuestra sociedad.

 PUNTO FINAL... Con qué solvencia moral pueden los maestros reprimir a los alumnos cuando en su afán de tener un mayor ingreso utilizan acordeones e incluso roban el examen de carrera magisterial.

A pesar de ello insisten en negar que la precariedad educativa radica en su negligencia, cuando su deshonestidad nos demuestra lo contrario.

davidlopezcardenas@gmail.com

Twitter: @DavidLpzC