Reforma sindical sí… pero negociada

Reforma sindical sí… pero negociada
Por:
  • larazon

Emilio Sánchez Santiago

Et audiatur altera pars

(Oír a la parte contraria)

Es tiempo de actuar con realismo en materia sindical. Imaginar que un puñado de fundamentalistas del Partido Acción Nacional pueda imponer cambios radicales al funcionamiento de los grandes sindicatos nacionales, es un acto fantasioso e ingenuo.

Suponer que los representantes de la derecha mexicana y algunos de la izquierda delirante, puedan transformar por decreto a las estructuras sindicales que se han construido a lo largo de más de medio siglo, es absurdo e inviable.

El funcionamiento de las grandes centrales sindicales refleja un conjunto de leyes, disposiciones, prácticas, usos y costumbres. El modus operandi de los sindicatos no se creó de un día para otro, sino que se forjó a lo largo de más de cincuenta años, y se amoldó a las peculiaridades del ejercicio del poder público. Los espacios políticos y económicos que el sindicalismo ocupa actualmente no son gratuitos, sino que se han conquistado mediante la negociación política, y se han mantenido mediante la colaboración en los grandes objetivos del país.

Es entendible que quienes no han vivido ni experimentado la vida sindical, critiquen con un dedo flamígero las prácticas electorales de los sindicatos y la reelección de sus líderes. Lo que no es entendible es la imposición por decreto, de modificaciones radicales del sindicalismo, al margen de los grandes sindicatos nacionales y en contra de sus representantes principales. Actuar por la fuerza desde el Congreso de la Unión, refleja en realidad actuar desde la debilidad de quienes poco representan, ya que muchos de esos senadores y diputados son a su vez, producto de un “dedazo”, y no de una verdadera elección popular.

 Qué ironía, que quienes no han sido elegidos por el voto popular (sino por un dedazo de la cúpula de su Partido político), se sientan moralmente superiores a los líderes sindicales que sí han ganado el voto de sus agremiados. Los congresistas fundamentalistas que claman por la transformación inmediata de la vida sindical, olvidan el apoyo político, real y tangible que muchos empleados sindicalizados han otorgado a sus líderes. La manufactura de leyes no puede hacerse al margen de la realidad, so pena de volverse letra muerta.

Lo dicho hasta aquí no significa un endoso al status quo en materia sindical. Efectivamente hay razones políticas, económicas y sociales, que avalan la necesidad de modificar las leyes y prácticas sindicales del país. La competencia internacional que enfrenta México para ganar y retener inversiones (y con ello empleos), exige flexibilizar el ámbito laboral y transparentar el funcionamiento de los grandes sindicatos nacionales. Mantener el status quo es suicida.

El tema entonces, es cómo lograr esa modernización de la ley laboral y de los sindicatos. La respuesta no está en esas 500 curules de San Lázaro, ni en los 128 mullidos sillones del Senado de la República. La respuesta está en el proceso de negociación que se debe seguir entre legisladores, empresarios, y sindicatos. La única ruta viable es la política, entendida ésta como el arte de conciliar los factores reales de poder, con los ideales que deben normar las nuevas leyes del México del siglo XXI.

emsanchez@prodigy.net.mx